Nacieron sin g&eacute;nero hasta que quedaron presos de los estereotipos. Los perfumes del futuro intentar&aacute;n reivindicar su pasado.

En un baile de Estado de 1820, el rey de Inglaterra realiz&oacute; un descubrimiento que cambiar&iacute;a su vida. Jorge IV, de por entonces 58 a&ntilde;os, encontr&oacute; su fragancia favorita en el cuello de una princesa. &ldquo;La historia de c&oacute;mo dio con ella es algo rom&aacute;ntica&rdquo;, detalla el escritor brit&aacute;nico Charles J. S. Thompson en su libro The Mystery and Lure of Perfume (1927). &ldquo;Sucedi&oacute; por casualidad cuando, bailando con la hermosa princesa Esterhazy, percibi&oacute; un perfume encantador que de inmediato atrajo su atenci&oacute;n. Al interrogarla, la princesa le inform&oacute; de una esencia particular que estaba usando y que luego se convertir&iacute;a en el perfume predilecto del rey&rdquo;.
 Thompson, lamentablemente, se olvid&oacute; de mencionar en su libro el nombre de la deseada fragancia. Lo que llama la atenci&oacute;n, sin embargo, es que no destaque ning&uacute;n esc&aacute;ndalo o situaci&oacute;n inc&oacute;moda en aquella escena. La raz&oacute;n es curiosamente simple: hoy nos puede parecer extra&ntilde;o pero hasta las primeras d&eacute;cadas del siglo XIX no hab&iacute;a tal cosa como &ldquo;perfumes para mujeres&rdquo; ni &ldquo;perfumes para hombres&rdquo;, como hoy nos insisten desde la publicidad. Ambos utilizaban las mismas fragancias por igual.&nbsp; Lo mismo ocurr&iacute;a en el Antiguo Egipto, en Atenas y tambi&eacute;n en la Inglaterra del siglo XVI: el aroma del aceite de rosa, por ejemplo, constituy&oacute; el emblema olfativo del rey Enrique VIII y lo acompa&ntilde;aba en eventos p&uacute;blicos y privados.
 Extremadamente caros, los perfumes sirvieron durante siglos m&aacute;s bien para marcar diferencias de clase como tambi&eacute;n cumpl&iacute;an la funci&oacute;n de enmascarar y ahuyentar malos olores, considerados responsables de enfermedades. &ldquo;La distinci&oacute;n entre aromas masculinos y femeninos surge como un invento relativamente reciente en la larga historia del perfume&rdquo;, indica el historiador Jonathan Reinarz, autor de Past Scents: Historical Perspectives on Smell.
 El nacimiento de la comunicaci&oacute;n de masas y la publicidad en diarios y revistas alter&oacute; el rumbo de m&aacute;s de tres mil a&ntilde;os de historia. Con el fin de aumentar las ventas, publicistas y especialistas en marketing instalaron en menos de un siglo los estereotipos arom&aacute;ticos de g&eacute;nero en la conciencia p&uacute;blica, pese a que no haya nada en las millones de mol&eacute;culas que conforman un aroma que grite "para &eacute;l" o "para ella".&nbsp;
 Por entonces, los anuncios de productos de aseo personal y art&iacute;culos de lujo, entre ellos perfumes, no apuntaban a todos por igual; se dirig&iacute;an m&aacute;s bien a mujeres, ense&ntilde;&aacute;ndoles c&oacute;mo deb&iacute;an oler para ser queridas, para conseguir marido, para ser d&oacute;ciles y felices.&nbsp; Tanto adoctrinamiento tuvo sus efectos. Y a finales del siglo XIX, los aromas florales -rosa, violeta, clavel, lirios, lilas- se consideraban casi exclusivamente como fragancias femeninas y los aromas amaderados y almizclados se identificaban como masculinos. Hasta ahora. Porque en los &uacute;ltimos a&ntilde;os, una nueva generaci&oacute;n de fragancias sin g&eacute;nero se consolid&oacute; como una tercera opci&oacute;n. Y lejos de ser una excentricidad, se instalan de a poco disputando categor&iacute;as r&iacute;gidas y obsoletas para de una vez y para siempre democratizar el placer olfativo.

&ldquo;La distinci&oacute;n entre aromas masculinos y femeninos surge como un invento relativamente reciente en la larga historia del perfume&rdquo;. Jonathan Reinarz.

&nbsp;&ldquo;Los aromas son emoci&oacute;n, memoria. &iquest;Por qu&eacute; una flor pertenece al mundo de las vivencias femeninas exclusivamente?&rdquo;, se pregunta Adriana Lopardo. Con la idea de cuestionar los mandatos de g&eacute;nero en la perfumer&iacute;a e invitar a reconsiderar las nociones preconcebidas sobre las fragancias, esta publicista fund&oacute; BLIND, la marca argentina de perfumes genderless que se adapta al clima social actual y sobresale en una &eacute;poca en la que lo &ldquo;masculino&rdquo; y lo &ldquo;femenino&rdquo; se encuentran en constante reconfiguraci&oacute;n.
 Lejos de los afiches estereotipados de hombres aventureros, exploradores, seductores, conquistadores y descamisados por un lado y de mujeres et&eacute;reas, gr&aacute;ciles, delicadas y a la vez arrolladoras por el otro, las marcas de perfumes de nicho -como BLIND- hist&oacute;ricamente esquivaron esta dicotom&iacute;a. &ldquo;Los aromas no tienen g&eacute;nero por naturaleza&rdquo;, repite el perfumista armenio Francis Kurkdjian quien con fragancias como &ldquo;Gentle Fluidity&rdquo; &ndash;con notas de enebro, nuez moscada, cilantro, almizcles, madera de &aacute;mbar y vainilla&ndash; o &ldquo;L'Homme Ala Rose&rdquo; apuesta a la diversidad y a la fluidez.&nbsp;
 En la l&iacute;nea temporal de la perfumer&iacute;a se suele indicar el lanzamiento en 1994 del &ldquo;CK One&rdquo; de Calvin Klein como punto de inflexi&oacute;n: desarrollado por el perfumista espa&ntilde;ol Alberto Morillas y el perfumista franc&eacute;s Henry Fremons, fue la la primera fragancia comercializada abiertamente como unisex. &ldquo;Uno para todos&rdquo;, dec&iacute;a su eslogan. Con sus notas de anan&aacute;, mandarina, bergamota, cardamomo, lim&oacute;n y papaya, cuestion&oacute; los l&iacute;mites. Puso en tensi&oacute;n c&oacute;mo deb&iacute;a oler un hombre y una mujer. Una campa&ntilde;a visual en blanco y negro protagonizada por la supermodelo Kate Moss y dirigida a la generaci&oacute;n X la catapult&oacute; a la fama. Todo el mundo ol&iacute;a a &ldquo;CK One&rdquo;. Hoy es considerada "la" fragancia de los 90s. Aun as&iacute; unisex no es sin&oacute;nimo de genderless. &ldquo;Sin g&eacute;nero es sin r&oacute;tulos y por supuesto excede el binomio hombre-mujer&rdquo;, explica Lopardo.&nbsp;
Cada vez m&aacute;s marcas apuestan por esta opci&oacute;n liberadora que impulsa la inclusi&oacute;n y la igualdad de g&eacute;nero. En 2015, Acqua di Parma present&oacute; &ldquo;Colonia Club&rdquo;, con fuertes acordes verdes y almizclados. En 2019, Gucci lanz&oacute; &ldquo;M&eacute;moire d'une Odeur&rdquo;, una mezcla almizclada de manzanilla romana, jazm&iacute;n y notas amaderadas. La lista sigue y se expande mes a mes: &ldquo;Santal 33&rdquo; de Le Labo combina cardamomo, iris, violeta con notas de cuero y almizcle; &ldquo;Byredo Blanche&rdquo; destaca por sus notas de rosa blanca, peon&iacute;a, violeta, almizcle y s&aacute;ndalo; &ldquo;Libre Intense Eau de Parfum&rdquo; de Yves Saint Laurent sorprende con sus ligeras notas de azahar y vainilla.
 Los perfumistas ahora saben que las generaciones m&aacute;s j&oacute;venes no conciben el g&eacute;nero de forma tan r&iacute;gida y eligen un &ldquo;traje arom&aacute;tico&rdquo; ya no por los ideales prometidos en un afiche sino por las emociones que despiertan los ingredientes de una fragancia, por la imagen que los ayuda a proyectar o por c&oacute;mo los invita a celebrar su singularidad. &ldquo;Como lucir la ropa o el maquillaje adecuado, usar el aroma correcto es elegir lo que quer&eacute;s ser y sentir en un d&iacute;a en particular", dice el perfumista franc&eacute;s Fabrice Penot, cofundador de Le Labo. &ldquo;Se trata de emociones&rdquo;.
 Quiz&aacute; no todo el mundo adoptar&aacute; estos perfumes. Muchas personas siguen mentalmente programadas por la publicidad de los grandes conglomerados de productos de belleza y consumen fragancias de manera convencional. El cambio consiste m&aacute;s bien en un proceso, un trabajo personal y social de deconstrucci&oacute;n que quiz&aacute;s tome un tiempo. Hasta que llegue el d&iacute;a en que nos riamos de las viejas &eacute;pocas y podamos elegir una fragancia por lo que nos hace sentir.

Buen presagio

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