Ahora dos series a punto de estrenarse y un proyecto de teatro autogestivo. Pero cada tanto necesita reafirmar el compromiso con lo que est&aacute; haciendo y preguntarse si lo sigue eligiendo.&nbsp;&nbsp;

&ldquo;No se trata de perderse, sino de intentar perderse a s&iacute; mismo&rdquo;. <a href="https://www.instagram.com/monnaantonopulos/" target="_blank" rel="noopener">M&oacute;nica Anton&oacute;pulos </a>cita a la escritora y activista Rebecca Solnit. Habla de la experiencia siempre &uacute;nica de la maternidad. De las incertidumbres del oficio actoral. Pasa de los laberintos de la introspecci&oacute;n en los que se reencuentra a los detalles de una agenda en la que un d&iacute;a encarna a una diosa de Disney y otro a una chica Sofovich, sin dejar de preparar la lonchera para el cole de los chicos a las siete de la ma&ntilde;ana porque, dice con una sonrisa ir&oacute;nica y enfatizando el no es: &ldquo;&iexcl;Esto no es Hollywood!&rdquo;.
Si la tira Vidas robadas represent&oacute; su desembarco en el prime time televisivo y una notoriedad inmediata en 2008, con la ambiciosa abogada Greta S&aacute;enz Valiente que compuso en 2011 en la telenovela El elegido obtuvo los premios m&aacute;s consagratorios del medio. &ldquo;Estoy m&aacute;s que agradecida a la televisi&oacute;n, siempre recib&iacute; lindas propuestas, mi trabajo fue muy valorado, me dio reconocimiento y me abri&oacute; las puertas a otras posibilidades&rdquo;. La pandemia interrumpi&oacute; las grabaciones de Separadas &ndash;la tira coral de Pol-ka en la que personificaba a la sufrida Clara Rivero&ndash; que qued&oacute; inconclusa como un s&iacute;mbolo de fin de era en la televisi&oacute;n abierta. Pero a &ldquo;Monna&rdquo; Anton&oacute;pulos la esperaba este presente de cine, teatro y ficciones de la industria que alimenta las plataformas de streaming.&nbsp;
 Cerr&oacute; el 2022 en el set de la serie Coppola, el representante, la biopic sobre el m&aacute;nager futbol&iacute;stico Guillermo Coppola producida por Star+. &iquest;Su papel?: la m&iacute;tica vedette Amalia &ldquo;Yuyito&rdquo; Gonz&aacute;lez, que en los a&ntilde;os ochenta compart&iacute;a sketch con Porcel y Rolo Puente en La peluquer&iacute;a de Don Mateo. &ldquo;Cuando &eacute;ramos chicos se ve&iacute;an ese tipo de programas en la tele, se viv&iacute;a un humor en el que la mujer ocupaba otro lugar&rdquo;. Para Anton&oacute;pulos fue la primera ocasi&oacute;n de recrear a un personaje de la vida real. &ldquo;A veces ten&iacute;a tres horas de preparaci&oacute;n, de maquillaje y peinado, con toda la concentraci&oacute;n puesta en que durante la espera no se perdiera la energ&iacute;a que necesitaba el personaje. Fue un cierre de a&ntilde;o superdivertido. Juan Minuj&iacute;n, como Coppola, hizo un trabajo incre&iacute;ble. Y el proyecto sale de lo convencional, es muy s&oacute;lido en todos los rubros, con una producci&oacute;n extraordinaria. Grabar una escena a siete c&aacute;maras es una fiesta&rdquo;.
Otro estreno pr&oacute;ximo es la serie Selenkay, trama de fantas&iacute;a y suspenso rodada en la Patagonia, &ldquo;que habla de la identidad, con mucho de metaf&iacute;sica y con el sello de Disney&rdquo;. A la actriz le propusieron el personaje de la Diosa del Agua. Lanza una carcajada: &ldquo;&iquest;Diosa a los cuarenta? Dije: &iexcl;lo agarro ya!&rdquo;. Las grandes historias televisivas de amor con actrices de cuarenta o cincuenta a&ntilde;os son cosa del pasado, dice. &ldquo;Hoy la mayor&iacute;a de las series tienen protagonistas de diecinueve o veinte a&ntilde;os. Ya hace rato que empec&eacute; a &lsquo;hacer&rsquo; de madre, pero ahora me pasa que &iexcl;ya no hay dudas! De repente, me prueban un vestuario de MILF&hellip; &iexcl;Ah! &iexcl;&iquest;C&oacute;mo?! &iexcl;&iquest;Yo soy la MILF?!... Estaba grabando y le coment&eacute; a un colega de unos cincuenta a&ntilde;os: &lsquo;Qu&eacute; loco, &iquest;viste que no hay gente muy grande ac&aacute;?&rsquo; El me mira y me dice: &lsquo;Somos nosotros&rsquo;. &iexcl;&iquest;En qu&eacute; momento sucedi&oacute;?!&rdquo;, vuelve a re&iacute;rse.&nbsp;
Su agenda personal est&aacute; repleta de ocupaciones de sus hijos: Camilo (de diez a&ntilde;os) y Valentino (de cuatro). Durante la pandemia se aventur&oacute; a una nueva actividad, inspirada en sus propias experiencias como mam&aacute;: el proyecto de ropa para chicos Gur&iacute; Gur&uacute;. &ldquo;La tarea diaria del vestir puede volverse un tem&oacute;n. Con Camilo, por ejemplo, que siempre prefer&iacute;a ponerse la remera del rev&eacute;s, que no usa jeans, botones ni texturas r&iacute;gidas. Y tambi&eacute;n con Valentino, que tuvo sus propios desaf&iacute;os. Observ&eacute; que yo no era la &uacute;nica a la que le costaba encontrar ropa para los chicos. Lo habl&eacute; con Pamela Martinelli, que es amiga y vestuarista, me escuch&oacute; y nos pusimos a trabajar en un proyecto de indumentaria disruptiva: las prendas no tienen derecho ni rev&eacute;s, son reversibles, libres de etiquetas y con costuras planas para evitar las molestias que puede producir el contacto. Se adaptan a ni&ntilde;as y ni&ntilde;os con hipersensibilidad sensorial, a ciertos desaf&iacute;os en TEA y en motricidad. Me met&iacute; con la funcionalidad de estas prendas pero, m&aacute;s all&aacute; de eso, me interesaba comunicar un mensaje de inclusi&oacute;n. La gran ense&ntilde;anza de mi vida es criar a mis hijos. Y esta es mi manera de agradecerla&rdquo;.
El teatro independiente es otro proyecto familiar. Con su marido, el actor Marco Antonio Caponi, protagonista del gauchesco El romance del baco y la vaca, comparte las funciones desde afuera de la escena. &ldquo;Trabajamos juntos en la puesta y me ocupo de la t&eacute;cnica, somos un equipo que tambi&eacute;n incluye a su sobrino. La obra es genial y el teatro autogestivo me carga de una energ&iacute;a que se equilibra con la de las series: me completa. En cierto momento uno necesita volver a las fuentes, al motivo por el que uno eligi&oacute; lo que eligi&oacute;&rdquo;. A prop&oacute;sito de esa elecci&oacute;n, recuerda: &ldquo;A los veinte yo quer&iacute;a ser actriz, ten&iacute;a el hambre y la sed pero no sab&iacute;a bien de qu&eacute;. Hace poco lo volv&iacute; a elegir, porque cada tanto hago un proceso de introspecci&oacute;n para saber si quiero seguir haciendo lo que hago. No doy nada por sentado&rdquo;.&nbsp;
Alguna vez trabaj&oacute; vendiendo garant&iacute;as extendidas de electrodom&eacute;sticos para poder pagarse los estudios universitarios, con un t&iacute;tulo de contadora p&uacute;blica en el horizonte. &ldquo;Era muy dif&iacute;cil plantear en mi casa que quer&iacute;a ser actriz, no exist&iacute;a la libertad de preguntarme qu&eacute; quer&iacute;a. Soy hija &uacute;nica de una familia de clase trabajadora de San Justo, donde no hab&iacute;a demasiadas herramientas para el di&aacute;logo. El barrio era picante. Los hombres, r&iacute;gidos. Se levantaba la voz, se golpeaba la mesa. Otras generaciones, otros recursos&hellip; Mi padre era muy duro: dejar la facultad era una tragedia griega&rdquo;, cuenta esta nieta de un marinero del Peloponeso. &ldquo;Cost&oacute; mucho&hellip; Pero creo que todo me trajo hasta aqu&iacute;: todo eso que viv&iacute; es parte de la actriz que soy&rdquo;.
Fotograf&iacute;as: Milos Nasio. Estilismo: Lucila Rivero.&nbsp;

Mónica Antonópulos: en tiempo real

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