Soledad Villamil volvi&oacute; a hacer teatro despu&eacute;s de una pausa de diecisiete a&ntilde;os.&nbsp;

Tabar&iacute;s: hist&oacute;rico templo del tango y antiguo santuario de la picaresca sobre la calle Corrientes, convertido en complejo de salas. Como en una comedia de puertas, a la hora exacta de la cita con Soledad Villamil se abre la puerta del teatro y en el foyer, envuelta en un formidable abrigo de pelo verde shocking, irrumpe Moria Cas&aacute;n. Cara y ceca del star-system, apenas la protagonista de Brujas pasa de largo y desaparece en el descenso majestuoso de una escalera, vuelve a abrirse la puerta y entra Soledad, tapadito marr&oacute;n y cara lavada, protagonista de Para m&iacute;, para vos en otra de las salas del MultiTabar&iacute;s.&nbsp;
El tama&ntilde;o min&uacute;sculo de su camar&iacute;n, al que se llega sigui&eacute;ndola en penumbras a trav&eacute;s de la sala que dos horas m&aacute;s tarde se llenar&aacute; de risas, es inversamente proporcional al ego de Masha, el personaje que Villamil compone cada noche. Masha es una actriz en crisis con su profesi&oacute;n y con su vida, que pone patas para arriba el mon&oacute;tono universo familiar habitado por sus hermanos. Sigourney Weaver interpret&oacute; el rol en la puesta original de Broadway de esta multipremiada comedia de Christopher Durang, que aqu&iacute; fue aclimatada en una adaptaci&oacute;n con un sutil anclaje local. &ldquo;Masha es alguien que ha hecho identidad en su ser actriz, en su ser famosa, est&aacute; muy identificada con eso. Es supernarcisista. Su hermano Vanya dice en un momento: &lsquo;Nosotros somos extras en la vida de Masha&rsquo;. Cuando ella siente que est&aacute; descendiendo en su nivel de estrellato, porque est&aacute; envejeciendo, se resiste a actualizarse&rdquo;, cuenta Villamil. &ldquo;Para mantener viva esa identidad, su fantas&iacute;a, empieza a tomar decisiones como salir con un pibe much&iacute;simo m&aacute;s joven. Trata de seguir imponiendo su cualidad de diva a destiempo y all&iacute; donde no cabe&hellip; Llega a un lugar en el que no le convalidan todo eso que ella est&aacute; acostumbrada a desplegar: es ah&iacute; donde estalla la trama&rdquo;.&nbsp;
Con Masha &ndash;nombre de resonancias chejovianas que es un gui&ntilde;o del autor&ndash;, Villamil volvi&oacute; a escena despu&eacute;s de diecisiete a&ntilde;os alejada del teatro, el medio en el que se form&oacute;, en los noventa, como actriz de vocaci&oacute;n comunitaria y trashumante. &ldquo;Hubo una etapa en la que decid&iacute; y pude pausar compromisos como los que implican el teatro o las jornadas de muchas horas de grabaci&oacute;n. No hab&iacute;a podido hacerlo cuando naci&oacute; mi primera hija, en ese momento llevaba un ritmo medio loco: embarazada de Viole grab&eacute; la segunda temporada de la tira Vulnerables. Terminamos de grabar en septiembre de 2000, con el personaje embarazado, Viole naci&oacute; en octubre y en febrero empezamos a grabar otra tira, Culpables. Fue dif&iacute;cil para m&iacute;, por eso cuando naci&oacute; la segunda, Clara, pens&eacute; en tomarme un tiempo. Ah&iacute; decid&iacute; retomar un proyecto musical, para hacer algo que tuviera ganas de hacer, y que pudiera &acute;administrar&acute;&hellip; Termin&oacute; siendo un boomerang, porque vinieron los shows, los viajes...&rdquo;.&nbsp; Entre el cine, con una filmograf&iacute;a frondosa y diversa con el Oscar a la pel&iacute;cula El secreto de sus ojos (Campanella, 2009) como punto culminante, y las ficciones para plataformas globales, que siguieron a los a&ntilde;os de unitarios de audiencia masiva en televisi&oacute;n abierta, fue pasando el tiempo. Tambi&eacute;n la m&uacute;sica ocup&oacute; un lugar central, en un camino que comenz&oacute; como cantante en la tradici&oacute;n del tango y avanz&oacute; en un recorrido vasto de la canci&oacute;n popular. Finalmente, a comienzos de 2023 volvi&oacute; al teatro.
De mi&eacute;rcoles a domingos, comedia. Lunes y martes, drama policial: Villamil viaja cada semana a rodar en la Patagonia Una muerte silenciosa, la nueva pel&iacute;cula de Sebasti&aacute;n Schindel (La ira de Dios, El patr&oacute;n). &ldquo;En la trama hay un asesinato, mi personaje es la madre de la v&iacute;ctima. Todo sucede en los a&ntilde;os ochenta en una poblaci&oacute;n patag&oacute;nica muy rural, lo que le suma al policial un matiz de western. Una parte importante de la acci&oacute;n transcurre en un coto de caza que recibe cazadores extranjeros. La historia est&aacute; al borde de la justicia por mano propia, con un final muy tr&aacute;gico y sorpresivo&rdquo;, explica. Filma en San Mart&iacute;n de los Andes con Joaqu&iacute;n Furriel, Alejandro Awada, Mar&iacute;a Marull y V&iacute;ctor Laplace. &ldquo;De la densidad del policial, paso a divertirme como loca en el teatro&rdquo;.&nbsp;
L&acute;OFFICIEL: Aunque provoca muchas risas, tu personaje en Para m&iacute;, para vos tampoco es liviano.
SOLEDAD VILLAMIL: Masha sufre horrores. Cuando siente que est&aacute; perdiendo los atributos de la estrella, es como si se perdiera a s&iacute; misma: ya no sabe qui&eacute;n es.&nbsp;
L&acute;O: Personalmente, &iquest;ese tipo de conflicto te resulta ajeno a tu propia experiencia?&nbsp;
SV: Yo la entiendo a Masha. Creo que uno siempre camina por una cornisa muy delicada. Es cierto que mi aproximaci&oacute;n al teatro, a la m&uacute;sica, al arte, en general, fue guiada por un esp&iacute;ritu bastante amateur, en el mejor sentido. Yo nunca pens&eacute;: &ldquo;quiero ser famosa&rdquo;, &ldquo;quiero ser estrella de cine&rdquo;. No fue esa mi aproximaci&oacute;n: yo estudiaba teatro, quer&iacute;a tener un grupo, quer&iacute;a viajar y hacer obras. Siempre me interes&oacute; el teatro como totalidad: no solo mi lugar como actriz, sino indagar en la manera en la que algo estaba escrito, c&oacute;mo era la puesta, c&oacute;mo actuaban otros. Y no siento que me haya desviado tanto de ese lugar. Por ejemplo, ahora, con esta obra, en la que estuve involucrada en todo el proceso, en la adaptaci&oacute;n y en la producci&oacute;n, me siento muy c&oacute;moda. No me atrae el sendero de &ldquo;la diva&rdquo;. No niego que en alg&uacute;n lugar haya un deseo, por supuesto, algo que te permite subirte a un escenario, ponerte delante de una c&aacute;mara, que tiene que ver con una cuota leonina importante. Hay una decisi&oacute;n de convertirte en el centro de atenci&oacute;n, al menos por un momento. &ldquo;&iexcl;M&iacute;renme! &iexcl;Estoy ac&aacute;!&rdquo;&nbsp;
&ldquo;Eso mueve un mont&oacute;n de cosas, que no son f&aacute;ciles de manejar: si funciona y si no funciona, si te va bien y si no te va bien, si te llaman o si no te llaman&hellip; Hay un desaf&iacute;o muy grande en relaci&oacute;n a esas incertidumbres. Yo no puedo decir que el tema no me roza. En ese sentido me siento cerca de Masha&rdquo;, admite Soledad frente al espejo del camar&iacute;n. En un rato, va a descolgar del perchero el tapado de leopardo sint&eacute;tico de su diva de comedia. La funci&oacute;n va a comenzar.
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 Fotograf&iacute;a: Gast&oacute;n Paci. Estilismo: Carolina Maxwell.&nbsp;Maquillaje: Julia Goldenberg. Peinado: Matías Giachino. Asistente de fotograf&iacute;a: Natasha Venturiero. Locaci&oacute;n: Palladio Hotel Buenos Aires - MGallery. Posproducci&oacute;n: Federico Miquel.&nbsp;
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Un telón que es un palacio

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