Experiencias cautivadoras en una mansi&oacute;n de principios del siglo XX y una torre contempor&aacute;nea.

Ubicada sobre la calle Cerrito, la c&eacute;lebre residencia de estilo franc&eacute;s del matrimonio Alzaga Unzu&eacute; hoy forma parte del hotel Four Seasons Hotel Buenos Aires, un complejo urbano que se convirti&oacute; en un im&aacute;n para viajeros y locales. En un distrito que fusiona gastronom&iacute;a y diversi&oacute;n, el hotel cinco estrellas ofrece un programa que supone la bienvenida a un ambiente elegante y cercano a la vez. Las antiguas tareas de cuidado y hospitalidad a cargo de las veinte personas de servicio del emblem&aacute;tico palacio a&uacute;n persisten, adaptadas a est&aacute;ndares modernos. En el &uacute;ltimo semestre de 2023 se registra que, si bien los estadounidenses ocuparon el primer lugar entre los visitantes, el segundo sorprendi&oacute; con residentes locales. Se trata de una tendencia mundial en el sector tur&iacute;stico denominado staycation (stay de quedarse en la ciudad y cation de vacaciones). &ldquo;Por la noche, circulan m&aacute;s de 500 personas debido al movimiento de los restaurantes y el bar&rdquo;, explica Gabriel Oliveri, el carism&aacute;tico director de marketing del hotel, y agrega que el Four Seasons fue el primero en el mercado que rompi&oacute; con el cl&aacute;sico men&uacute; franc&eacute;s e impuso un sello gastron&oacute;mico argentino.&nbsp;
Regalarse una noche en este destino permite conocer La Mansi&oacute;n, que se esconde detr&aacute;s de la torre de doce pisos elevada en 1992 sobre parte de los jardines de la residencia dise&ntilde;ados por Carlos Thays. La propiedad pertenece al Four Seasons, una franquicia hotelera que comparte con aquellas tradiciones de anta&ntilde;o el esmero en los detalles destinados a hacer la vida m&aacute;s amable a sus habitantes permanentes y temporales. Fue una boda aristocr&aacute;tica lo que motiv&oacute; la construcci&oacute;n del petit hotel de la Belle Epoque. En 1920, F&eacute;lix Alzaga le obsequi&oacute; el palacio a Elena Pe&ntilde;a Unzu&eacute; para celebrar su matrimonio, y fue el hogar donde vivieron. &ldquo;El hall tiene las escaleras m&aacute;s famosas del pa&iacute;s: son 600 kilos de m&aacute;rmol italiano&rdquo;, subraya Oliveri. La opulencia del interior asombra con una boiserie exquisita, alfombras persas y l&aacute;mparas de alabastro, todo tra&iacute;do de Europa. Tras a&ntilde;os de abandono que supusieron un intento de demolici&oacute;n, en 2001 el Four Seasons inici&oacute; un proceso de restauraci&oacute;n que le devolvi&oacute; el encanto a la propiedad. En 2007, se reinaugur&oacute; y pronto se convirti&oacute; en el refugio de celebridades: Madonna, los Rolling Stones, Bono y los m&aacute;s recientes: Dua Lipa, Harry Styles y Taylor Swift, que pas&oacute; la noche del concierto suspendido por tormentas en la rom&aacute;ntica suite principal con Travis Kelce.
&ldquo;Los jardines son la conexi&oacute;n entre la torre y La Mansi&oacute;n. Es el &aacute;rea m&aacute;s utilizada en verano&rdquo;, asegura el director de marketing. La &uacute;nica piscina al aire libre de Recoleta, con servicio de bar, canteros y &aacute;rboles que ofrecen sombra, componen el espacio exterior del hotel con vistas a la ciudad y al palacio neobarroco. All&iacute; se encuentran el restaurante Nuestro Secreto y Cielo Spa. Un mill&oacute;n de d&oacute;lares demand&oacute; la construcci&oacute;n de una parrilla dentro de una compleja y &uacute;nica estructura vidriada, donde se destaca el asado completo, una oportunidad para degustar las mejores carnes argentinas.
El check-in comienza a las tres de la tarde y la despedida a las doce del mediod&iacute;a siguiente despu&eacute;s de un desayuno colosal. Luego de un rato de piscina y tras un masaje relajante, el atardecer puede empezar en el Pony Line, el bar ambientado como una caballeriza, famoso por su hamburguesa de carne a&ntilde;ejada y por sus noches con DJ.&nbsp; La hora de la cena invita a continuar en Elena, el &uacute;nico restaurante argentino entre los 50 mejores de Latinoam&eacute;rica, con una carta de impronta nacional. La c&uacute;pula del sal&oacute;n se inspira en los patios de los conventillos de San Telmo con balcones de hierro en altura. Oliveri recomienda con fervor el Sunday brunch: langostinos, pastas y carnes, quesos y helados ex&oacute;ticos son algunas de las opciones m&aacute;s destacadas.
El ritual de zambullirse entre s&aacute;banas y almohadas constituye una de las experiencias m&aacute;s gratificantes de la estad&iacute;a. &ldquo;Nuestra cama es una cuna para adultos&rdquo;, define el anfitri&oacute;n. La ropa blanca es de 100 % algod&oacute;n supima de fibras largas, un textil que compite con el egipcio; hay tres controles de housekeeping en cada suite, entre otras tareas. &ldquo;Nuestro servicio no es la perfecci&oacute;n, sino su b&uacute;squeda constante&rdquo;, se&ntilde;ala Oliveri.

Mil y una noches

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