Doscientos a&ntilde;os de tradici&oacute;n, osad&iacute;a, exigencia y tecnolog&iacute;a. Ahora tambi&eacute;n en su nueva boutique Longines en Recoleta.

Alvear 1849: hay una nueva boutique en la avenida de Recoleta, le pertenece a una marca que bien sabe esperar y gestionar el tiempo. Por fin se concreta el proyecto de Longines detenido en pandemia; en mayo pasado abri&oacute; su tienda en la Argentina. All&iacute; exhibe a toda la familia, su colecci&oacute;n de cl&aacute;sicos y sports, incluido el Conquest, un modelo que se presenta como elegante, femenino y principalmente audaz, a tono con el ritmo diario de nuestras vidas contempor&aacute;neas. Y a tono, tambi&eacute;n, con el esp&iacute;ritu de dos de sus hist&oacute;ricas embajadoras: Amelia Earhart y Elinor Smith, pioneras en la aviaci&oacute;n. Amelia Earhart fue la primera mujer en cruzar en solitario el Atl&aacute;ntico, en 1928, dos a&ntilde;os despu&eacute;s de que lo hiciera Charles Lindbergh, el primer hombre en lograrlo. As&iacute; como Longines construy&oacute; un reloj especial para controlar variables clave de un vuelo como es el tiempo &ndash;en &eacute;pocas en que la tecnolog&iacute;a era otra&ndash;, tambi&eacute;n acompa&ntilde;&oacute; a la aventurera aviadora en su primer viaje transatl&aacute;ntico. Longines es aliada de los grandes deseos de la humanidad, como el de volar.

Aquel Longines de Amelia fue usado en 2010 por la astronauta Shannon Walker en conmemoraci&oacute;n, del 82&ordm; aniversario de aquel vuelo hist&oacute;rico. Con su estad&iacute;a en la Estaci&oacute;n Espacial Internacional, el reloj de la marca suiza continu&oacute; marcando un legado y un trabajo continuo en la creaci&oacute;n de verdaderas m&aacute;quinas de excelencia y s&iacute;mbolos del lujo silencioso.&nbsp; Elinor Smith, conocida como &ldquo;la flapper de la aviaci&oacute;n&rdquo;, fue otra pionera en romper el techo de cristal en ese &aacute;mbito. Despu&eacute;s de pilotar un avi&oacute;n en solitario a los 15 a&ntilde;os, esta joven estadounidense se convirti&oacute; un a&ntilde;o despu&eacute;s en la piloto con licencia m&aacute;s joven del mundo. Ese fue el primero de muchos r&eacute;cords: cuando ten&iacute;a 17, pas&oacute; trece horas y diecis&eacute;is minutos sola en la cabina. En 1930, vol&oacute; m&aacute;s alto de lo que cualquier persona hab&iacute;a logrado. Tambi&eacute;n para este vuelo confi&oacute; en relojes con el logotipo de Longines. Al aterrizar, escribi&oacute; una carta de agradecimiento detallando el &oacute;ptimo funcionamiento que los relojes hab&iacute;an tenido en todo momento.

Siempre del lado de la exigencia y la osad&iacute;a, otro referente de la marca fue el fot&oacute;grafo suizo Gast&oacute;n Bourquin. Se form&oacute; como fot&oacute;grafo en un centro cantonal de Ginebra y lleg&oacute; a la Argentina en 1913. La idea era trabajar como ayudante de un renombrado colega suizo del sur de Mendoza. Las cosas no salieron bien, pero Bourquin se instal&oacute; en Buenos Aires y se dedic&oacute; a hacer almanaques y postales urbanas. Las cosas empezaron a salirle bien: Longines compr&oacute; parte de su obra para hacer fotomontajes con carteler&iacute;a de la marca en tomas de las c&uacute;pulas de la &ldquo;Par&iacute;s sudamericana&rdquo;.
Hoy, Longines brilla tambi&eacute;n en el distrito de lujo de la ciudad de Buenos Aires.&nbsp;

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