Las señales de un tiempo mejor llegan al cine. Dos propuestas con protagonistas trans que potencian el cambio.


El colectivo trans avanza conquistando un lugar merecido. Las Malas, de Camila Sosa Villada, fue uno de los libros m&aacute;s le&iacute;dos de 2019. Lizi Tagliani despierta en el p&uacute;blico un amor indiscutible. El mes pasado celebramos la ley de cupo laboral para personas trans en el sector p&uacute;blico. El cine les da protagonismo sin caer en el estereotipo. Todo puede ser mejor.

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Nosotros nunca moriremos

La pel&iacute;cula tuvo su premi&egrave;re mundial &nbsp;a fines de septiembre en la competencia oficial del Festival de San Sebasti&aacute;n. El director, Eduardo Crespo, situ&oacute; la historia en Crespo, su pueblo natal de Entre R&iacute;os. Las chicharras y los p&aacute;jaros son la banda sonora del duelo de una madre ante la muerte inesperada de su hijo. Rodrigo (Rodrigo Santana), el hijo menor, es su compa&ntilde;ero en el dolor. Se envuelven en la desaz&oacute;n de una muerte prematura y en esa soledad silenciosa y lenta con que, para Crespo, se viven los duelos en los pueblos. La protagonista es la extraordinaria Romina Escobar. Una actriz trans en el rol de una madre cisg&eacute;nero. &ldquo;Es muy importante este personaje. Siempre me llamaban para representar a prostitutas o peluqueras. As&iacute; como llaman a actores y actrices que no son trans para ponerse peluca y tacos, y hacer de nosotras, estar&iacute;a buen&iacute;simo que nos convocaran para otro tipo de roles.&nbsp; En ese sentido, Crespo est&aacute; haciendo historia&rdquo;.

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Canela, se vive dos veces

Una mujer camina con casco y zapatos de taco por una obra en construcci&oacute;n. En otro momento se prueba un vestido y se r&iacute;e de s&iacute; misma: &ldquo;No quiero parecer un obrero&rdquo;. La vemos en una sala de espera donde una mujer polic&iacute;a le cuenta su experiencia con la operaci&oacute;n que Canela est&aacute; evaluando. &ldquo;Me voy a jubilar antes de ser mujer&rdquo;, dice. Su madre confiesa que la acepta pero que, para ella, sigue siendo su hijo Ajax. Los hijos le dicen pap&aacute; mientras miran fotos de infancia. Ella los entiende. Cecilia Del Valle cont&oacute; con amorosidad la vida de Canela Grandi, una arquitecta rosarina que se anim&oacute; a ser quien quer&iacute;a ser pisando los 50. Su risa se escucha con frecuencia. Hace bien, trae impreso todo el camino recorrido.

Aire fresco

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