El asesinato de George Floyd visibilizó un problema tan antiguo como actual. Y la moda y el arte, de nuevo, reaccionaron. Un mal del que Argentina no está exenta. 

Cuando Michael Jackson decidi&oacute; iniciar el camino de blanqueamiento de su piel, los medios centraron la noticia en la excentricidad del <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Michael_Jackson">artista</a>. Pocos vieron en ese deslizamiento hacia la &ldquo;blanquitud&rdquo; la met&aacute;fora perfecta que sintetiza las mutaciones de un capitalismo dispuesto a absorber toda diferencia. En ese mismo momento, los afiches de Benetton constru&iacute;an un c&iacute;nico relato alrededor de una supuesta inclusi&oacute;n de las personas negras, en una campa&ntilde;a que juraba que ante la ley &eacute;ramos todos iguales. Pero la ficci&oacute;n de la convivencia pac&iacute;fica entre diferentes dur&oacute; poco. El mundo pos-2001 fue salvaje para todo aquel que amenazara los privilegios blancos, occidentales y heterosexuales.

La viralizaci&oacute;n de las im&aacute;genes del asesinato del afroamericano George Floyd a manos de polic&iacute;as blancos en mayo volvi&oacute; a poner en superficie lo que siempre se trat&oacute; de barrer bajo la alfombra. El racismo, que nunca se hab&iacute;a ido, estaba ahora en la tapa de los diarios del mundo, bajo la l&oacute;gica de la espectacularizaci&oacute;n medi&aacute;tica. El movimiento <a href="https://blacklivesmatter.com/">Black Lives Matter</a> fue trending topic, a pesar de que desde hace a&ntilde;os denuncia los abusos. Las reivindicaciones que coparon las calles hundieron sus ra&iacute;ces en uno de los momentos hist&oacute;ricos m&aacute;s significativos: el Black Power, encarnado en el colectivo Panteras Negras.

Lautaro Le&oacute;n, miembro del Instituto de Historia Argentina y Americana e investigador de ese movimiento, dice: &ldquo;Si bien el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Pantera_Negra">Partido</a> Panteras Negras comenz&oacute; como un grupo radical y armado, se transform&oacute; y dirigi&oacute; sus esfuerzos a otros &aacute;mbitos: desde la creaci&oacute;n de cl&iacute;nicas de salud hasta desayunos para ni&ntilde;os y asesor&iacute;a legal para presos&rdquo;. En ese colectivo, el contenido y la forma iban de la mano. Tanto la vestimenta (campera de cuero, boina y el fusil al hombro) como las consignas (&ldquo;Todo el poder a la gente&rdquo;) no solo resuenan hasta hoy y se transformaron en un s&iacute;mbolo de resistencia; adem&aacute;s marcaron a generaciones. Las Panteras Negras convocaron la atenci&oacute;n de varios artistas que decidieron plasmar el momento: como los documentales de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Agn%C3%A8s_Varda">Agn&egrave;s Varda</a> que se pueden ver en <a href="https://www.youtube.com/?hl=es-419&amp;gl=AR">YouTube</a> y los retratos de los manifestantes tomados por Ruth-Marion Baruch y Pirkle Jones.

Louis Yupanqui 

Ahora las movilizaciones en Estados Unidos a partir de la muerte de Floyd actualizaron una serie de productos culturales que vuelven a meter el dedo en una herida abierta. En la plataforma de arte lalulula.tv se pueden encontrar joyas como el cortometraje Las estatuas tambi&eacute;n mueren donde Chris Marker y Alain Resnais, ya en 1953, denunciaban la apropiaci&oacute;n del arte escult&oacute;rico africano por parte del colonialismo franc&eacute;s. O el documental de la artista Carrie Mae Weems, una de las mejores fot&oacute;grafas de su generaci&oacute;n.

El espect&aacute;culo y la moda tambi&eacute;n se hicieron eco de los reclamos. La actriz <a href="https://www.instagram.com/lupitanyongo/?hl=es-la">Lupita Nyong&rsquo;o</a> denunci&oacute; a la revista Grazia UK por la tapa donde ella aparec&iacute;a: hab&iacute;an retocado la textura de su cabello &ndash;sin su consentimiento&ndash; hasta hacerlo desaparecer. Algo parecido hab&iacute;a sucedido cuando la modelo somal&iacute; Iman, esposa de David Bowie, se quej&oacute; de haber sido alabada en la revista Essence por parecer &ldquo;una mujer blanca sumergida en chocolate&rdquo;. Por su parte, <a href="https://www.instagram.com/naomi/?hl=es-la">Naomi Campbell</a> abri&oacute; la Semana de la Moda en Par&iacute;s, que se hizo en formato digital, con una remera que ten&iacute;a la leyenda &ldquo;Fenomenalmente negra&rdquo; y dijo que &ldquo;lleg&oacute; el momento de construir una industria m&aacute;s equitativa&rdquo;.

"A Argentina le falta muchísimo para poder hablar de una cultura antirracista y no solamente con lo afro, sino también con lo indígena"

Nuestro pa&iacute;s no queda al margen de la opresi&oacute;n racista. La artista y militante argentina <a href="https://www.instagram.com/louisyupanqui/?hl=es-la">Louis Yupanqui </a>sabe bien lo que es cargar en el cuerpo con una doble estigmatizaci&oacute;n: ser afro y ser trans. Desde su cuenta de Instagram, que ya tiene m&aacute;s de 40 mil seguidores, da batalla contra el racismo. &ldquo;La opresi&oacute;n sistem&aacute;tica que reciben las personas trans racializadas no es la misma que vive una mujer trans blanca&rdquo;, dice Yupanqui. &ldquo;A Argentina le falta much&iacute;simo para poder hablar de una cultura antirracista y no solamente con lo afro, sino tambi&eacute;n con lo ind&iacute;gena. A nivel legislativo e institucional, no podemos avanzar sin el reconocimiento de los grupos afrodescendientes que viven en el pa&iacute;s. Es complejo, pero no imposible, aunque falte para poder tener verdaderos cambios o derechos adquiridos&rdquo;, remata.

El historiador Ezequiel Adamovsky explica sobre lo que sucede en el pa&iacute;s: &ldquo;Hay un discurso esquizofr&eacute;nico, donde al mismo tiempo que se niega que haya negros, se los insulta y se los culpa de todas las desgracias. Para lidiar con la diversidad racial, se tiende a reconocerlos como minor&iacute;a y a afirmar sus derechos. Pero eso deja afuera a los que no son parte de una etnia: la mayor&iacute;a de los argentinos, que son pobres de piel morena y que no tienen una comunidad que los nuclee. Si queremos discutir la discriminaci&oacute;n y la violencia, eso inevitablemente implica discutir la clase. Y en ese caso no hay una particularidad &eacute;tnica&rdquo;, concluye.

Sartre ya lo hab&iacute;a advertido a sus compatriotas franceses en el pr&oacute;logo de Los condenados de la tierra de Frantz Fanon cuando hablaba de que los que estaban en la cocina de la historia pasaron al frente para construir su propio relato. &ldquo;Las bocas negras se abrieron para &nbsp;reprocharnos nuestra propia inhumanidad&rdquo;.

El racismo o una herida que nunca cicatriza

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