La verdad viva recoge escritos esenciales de Emma Goldman. Reedici&oacute;n de un cl&aacute;sico de la literatura feminista.

Mucho se ha escrito sobre la pensadora revolucionaria que J. Edgar Hoover calific&oacute; como &ldquo;la mujer m&aacute;s peligrosa de Estados Unidos&rdquo;. Hemos le&iacute;do sobre su crianza en el seno de una familia jud&iacute;a ortodoxa en Lituania, sobre su huida a los 16 a&ntilde;os con solo cinco d&oacute;lares, sus m&uacute;ltiples arrestos, su participaci&oacute;n en la m&iacute;tica huelga obrera de la f&aacute;brica McCormick. Pero en el pr&oacute;logo de La verdad viva: escritos esenciales de Emma Goldman (2023), Laura Fern&aacute;ndez Cordero pinta a una Goldman de cuerpo entero: &ldquo;Emma Goldman abullonada es la mejor Emma Goldman. La que, al caer presa, lamenta perder el abono para seguir la &oacute;pera europea. Esa que se quej&oacute; si le acotaban el placer del baile. La que am&oacute; a varios hombres al mismo tiempo y reclam&oacute; goce y maternidad deseada. La procesada por recordar que la libertad sexual era parte inescindible de la emancipaci&oacute;n humana. La mujer peligrosa que, ante la vista de su expediente judicial, propuso comprar una de las fotograf&iacute;as, solo porque se ve&iacute;a tan bien&rdquo;. En definitiva, una Emma Goldman que vivi&oacute; sus ideas, luch&oacute; con todo el cuerpo y entendi&oacute; que en la pol&iacute;tica tambi&eacute;n se juega el deseo, como bien la resume esa famosa cita que se le atribuye: &ldquo;si no puedo bailar, no es mi revoluci&oacute;n&rdquo;.

La verdad viva
La verdad viva: escritos esenciales de Emma Goldman (2023), editado por Alquimia, recopila ensayos sobre temas diversos: desde el fracaso del sistema carcelario, la hipocres&iacute;a del puritanismo, el tr&aacute;fico de mujeres, hasta el matrimonio y el amor. A lo largo de los textos, se hace evidente la determinaci&oacute;n de Emma: denunciar cualquier forma de opresi&oacute;n, aun las bienintencionadas. A pesar de que pas&oacute; m&aacute;s de un siglo desde que Goldman escribi&oacute; estos ensayos, son sorprendentemente actuales. Y es refrescante leer a alguien que piensa con tanta libertad, sobre todo en una &eacute;poca en la que los intelectuales est&aacute;n muy apegados a la correcci&oacute;n pol&iacute;tica, a no decir nada &ldquo;cancelable&rdquo; o que pueda ofender a alguien. Emma no s&oacute;lo estaba dispuesta a defender sus ideas desde una c&aacute;rcel real (y no imaginaria), sino que desde el comienzo su pensamiento tuvo forma propia y no se amold&oacute; a las corrientes populares de su &eacute;poca. No le temblaba el pulso, por ejemplo, al se&ntilde;alar la hipocres&iacute;a de las sufragistas, que pretend&iacute;an igualdad de derechos pero solo para un pu&ntilde;ado de &ldquo;se&ntilde;oras adineradas&rdquo; y no para &ldquo;la gran masa de mujeres trabajadoras&rdquo;, adelant&aacute;ndose a lo que luego se conocer&iacute;a como el feminismo interseccional, un movimiento que se&ntilde;alar&iacute;a la relaci&oacute;n y el solapamiento entre distintos tipos de opresi&oacute;n.
Goldman tambi&eacute;n detecta con habilidad las trampas discursivas del poder para hacer que el sujeto desee y reclame su propia c&aacute;rcel. En su ensayo sobre la emancipaci&oacute;n de la mujer, propone que esto es lo que ocurre con el concepto de &ldquo;independencia&rdquo;: &ldquo;La falta de libertad en el hogar es cambiada por la falta de libertad en la f&aacute;brica, los talleres de explotaciones, los grandes almacenes o la oficina. Adem&aacute;s, es la carga de cuidar un &lsquo;hogar dulce hogar&rsquo; despu&eacute;s de un d&iacute;a de trabajo que recae sobre muchas mujeres. &iexcl;Gloriosa independencia!&rdquo;.&nbsp;
Pero tal vez uno de los problemas m&aacute;s interesantes que plantea es el de la tensi&oacute;n entre el bien com&uacute;n y la libertad individual. Emma identificaba all&iacute; una de las claves para pensar la pol&iacute;tica: &ldquo;el problema que enfrentamos hoy, y que el futuro m&aacute;s cercano resolver&aacute;, es c&oacute;mo ser uno mismo y, sin embargo, en una unidad con los dem&aacute;s, sentir profundamente c&oacute;mo todos los seres humanos conservamos las cualidades que nos caracterizan&rdquo;. Cien a&ntilde;os despu&eacute;s, pese al optimismo de Emma, el problema est&aacute; lejos de resolverse: tendremos que seguir pensando.

Emma abullonada

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