Recuerdo la primera vez que me encontr&eacute; con ramona. Fue en una galer&iacute;a de la calle Florida, meses antes de que estallara la crisis del 2001 en Argentina. Toda en blanco y negro, con rigurosa tipograf&iacute;a helv&eacute;tica, ramona se animaba a ser una revista de arte sin obras ni im&aacute;genes.

Debo confesar que la abr&iacute; con ciertas dudas: &iquest;qui&eacute;nes estar&iacute;an detr&aacute;s de una idea as&iacute;? El libro ramona (Mansalva, 2022) editado por su fundador, Gustavo Bruzzone y Syd Krochmanly, quien supo ser uno de sus colaboradores, recupera la historia y buena parte de los textos publicados por la emblem&aacute;tica revista a lo largo de sus 101 n&uacute;meros.
Desde sus inicios, ramona sacudi&oacute; el mundo de la cultura con una propuesta audaz y disruptiva. Ponto se convirti&oacute; en lectura obligada para quienes nos interesamos por el arte y las producciones est&eacute;ticas. Sus p&aacute;ginas dieron espacio a las intervenciones m&aacute;s diversas: artistas, investigadores, curadores, espectadores y coleccionistas pod&iacute;an publicar sus escritos sin pasar por el tamiz de las voces &ldquo;autorizadas&rdquo; de la cr&iacute;tica o de los editores de los suplementos culturales. Ramona Montiel, la prostituta protagonista de algunos de los cuadros de Antonio Berni, inspiraba el esp&iacute;ritu atrevido y plural de la revista que marc&oacute; los debates de toda una &eacute;poca.&nbsp;
ramona hablaba en primera persona y en femenino. Su voz era seductora pero no por eso complaciente; muchas de sus opiniones iban en contra de los discursos m&aacute;s leg&iacute;timos. La gracia, el humor y la iron&iacute;a fueron sus marcas de estilo. Roberto Jacoby, Rafael Cippolini, Ana Longoni, Daniel Link, Mariana &ldquo;Kiwi&rdquo; Sainz, Alfredo Prior, Jos&eacute; Fernandez Vega, Diana Aisenberg, Nicol&aacute;s Guagnini, Guadalupe Maradei, Roberto Amigo y el propio Bruzzone fueron parte del equipo editorial de la revista, entre varios otros que apostaron por la mezcla desjerarquizante de temas y saberes. Artistas, poetas y dise&ntilde;adores como Alejandro Ros, Marula Di Como, Gast&oacute;n P&eacute;rsico y Cecilia Pav&oacute;n sumaron sus miradas creativas desde un hacer que fue siempre en com&uacute;n.
ramona hizo espacio a investigaciones sobre historia del arte, como ejemplo aquella que reconstruy&oacute; el misterioso paso de Marcel Duchamp por Buenos Aires en 1918. Desde su atelier porte&ntilde;o, el padre de la vanguardia del SXX virti&oacute; sus opiniones sobre la ciudad en varias cartas que fueron recuperadas por la revista: &ldquo;Buenos Aires no existe&rdquo;, dec&iacute;a en una de ellas, &ldquo;es sólo una ciudad pequeña de provincia de gente rica pero privada de gusto, todo comprado en Europa&rdquo;. ramona tambi&eacute;n se preocup&oacute; por las est&eacute;ticas del primer peronismo, sali&eacute;ndose de las lecturas maniqueas sobre el arte y la pol&iacute;tica del per&iacute;odo, as&iacute; como de la abstracci&oacute;n rioplatense y del conceptualismo latinoamericano. Los textos publicados enriquecieron sin dudas los relatos de la historia del arte nacional.
La moda tampoco falt&oacute; en la propuesta de ramona. Recuerdo especialmente una deliciosa charla entre Delia Cancela y Marina de Caro, artistas que exploran en sus obras los lenguajes del vestir y las pr&aacute;cticas textiles desdibujando los bordes entre soportes y disciplinas. O la insistencia, en varias de sus notas, en rescatar las iniciativas de Sergio De Loof desde finales de los 80, cuando abri&oacute; su bar Bolivia y se convirti&oacute; en el pol&eacute;mico art&iacute;fice de &ldquo;una moda hermosa para pobres y feos&rdquo;. En todos los casos, la &ldquo;palabra de artista&rdquo; era central, con discursos que pasaron de lo visual a lo escrito dando forma a nuevas narrativas sin distinciones de edad, de g&eacute;nero o de escuela.&nbsp;&nbsp;
Al ver el libro de ramona siento algo de nostalgia y resurge todo el amor que le tengo. Tuve la suerte de estar cerca de ella, fui su lectora, su invitada y su coleccionista. ramona me mostr&oacute; un mundo del arte lleno de brillos, pero sin ocultar el rev&eacute;s de la trama. Su mirada incisiva me llev&oacute; a cuestionar certezas y a pensar desde nuevos lugares la cultura contempor&aacute;nea. Gracias querida ramona por inventar un modo interesante y accesible de escribir y hablar sobre arte. Tu legado es inmenso.

Lecturas: Ramona. Debates del arte al filo de milenio

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