Su presencia y su producci&oacute;n creativa lo convirtieron en un mito del siglo XX. La explosi&oacute;n pop y el legado cultural de su arte.

Los Diarios de Andy Warhol fueron publicados por primera vez a fines de los a&ntilde;os 80, pero la reciente aparici&oacute;n de la serie documental en Netflix ha llamado la atenci&oacute;n nuevamente sobre aquellos cuantiosos textos del artista. A los relatos consignados en el libro, que se dieron a conocer luego de la muerte de Warhol, se suma ahora una nueva dimensi&oacute;n audiovisual, que de la mano de un valioso material de archivo permiten acceder a la vida del &iacute;cono del arte pop desde una mirada personal e intimista.
Warhol empez&oacute; a registrar sus vivencias luego de que los inesperados disparos de la escritora Valerie Solanas lo dejaran al borde de la muerte. Su asistente y amiga Pat Hackett fue la encargada de transcribir las conversaciones telef&oacute;nicas que mantuvieron entre 1976 y 1987, en las que el artista describ&iacute;a detalladamente su vida cotidiana. Con el correr del tiempo, aquellos di&aacute;logos fueron conformando un archivo afectivo compuesto de fragmentos discursivos, recuerdos pormenorizados e im&aacute;genes v&iacute;vidas.

El diario registra la intensidad y el hast&iacute;o, la fama y el dinero, la inseguridad y el talento de un artista innovador y desprejuiciado, que vivi&oacute; m&aacute;s all&aacute; de su tiempo. Su obra m&aacute;s emblem&aacute;tica, Latas de sopas Campbell, gravita con insistencia a lo largo de las p&aacute;ginas, record&aacute;ndonos el impacto de la revoluci&oacute;n est&eacute;tica que provoc&oacute; en los a&ntilde;os 60, cuando convirti&oacute; en arte los bienes e &iacute;conos de la cultura de masas. Tras serigrafiar 32 lienzos con los distintos gustos del producto expandi&oacute; su creaci&oacute;n hacia otros soportes: estamp&oacute; la pintura de su sopa preferida en vestidos l&iacute;nea A elegidos por las mujeres de la alta sociedad de Manhattan, a modo de obras de arte listas para usar. Eran a&ntilde;os en los que The Factory, su famoso estudio, funcionaba como un polo de irradiaci&oacute;n art&iacute;stica que estaba en el centro de todas las movidas modernas y contraculturales de la &eacute;poca.
El v&iacute;nculo de Warhol con el mundo de la moda fue una constante a lo largo de toda su vida. Al llegar a Nueva York, antes de convertirse en el provocador artista que todos conocemos, se gan&oacute; la vida como ilustrador de las revistas Vogue, Glamour y Harper&rsquo;s Bazaar. Aunque se trata de una faceta menos explorada de Warhol resulta interesante observar sus dibujos de esos primeros a&ntilde;os, que ya anuncian la repetici&oacute;n en serie, el uso de colores vivos, el inter&eacute;s por la publicidad y la mirada sagaz sobre la sociedad de consumo que mantuvo en todas sus producciones. Tambi&eacute;n el cercano v&iacute;nculo con el dise&ntilde;ador Roy Halston habla de su fascinaci&oacute;n con el ambiente fashion, y de las noches y los excesos en el famoso club nocturno Studio 54. Los diarios dan indicios de la admiraci&oacute;n mutua y del intenso v&iacute;nculo que los un&iacute;a y los llev&oacute; a colaborar en varios proyectos conjuntos, como la campa&ntilde;a publicitaria orquestada por Warhol para la l&iacute;nea de ropa masculina de Halston en 1982.

El diario registra la intensidad y el hast&iacute;o, la fama y el dinero, la inseguridad y el talento de un artista innovador y desprejuiciado, que vivi&oacute; m&aacute;s all&aacute; de su tiempo.

Otro cap&iacute;tulo interesante de su vida es el de su participaci&oacute;n en la industria de la m&uacute;sica. Fue manager del grupo The Velvet Underground y realiz&oacute; la portada de su primer &aacute;lbum. La imagen utilizada no es otra que la famosa banana que invita a &ldquo;pelar lentamente y ver&rdquo; debajo de su c&aacute;scara un f&aacute;lico pl&aacute;tano color rosado, que remite sin disimulo al erotismo y al deseo homosexual. Tambi&eacute;n hizo el arte de tapa de varios discos de artistas de fama internacional como The Rolling Stones, Diana Ross, Miguel Bos&eacute; y John Lennon. Luego del asesinato de este &uacute;ltimo, Warhol dedica varias reflexiones a la cuesti&oacute;n de los fans y cuenta conmocionado: &ldquo;Los peri&oacute;dicos todav&iacute;a hablan de Lennon. El que lo mat&oacute; era un artista frustrado. Sacaron el p&oacute;ster de Dal&iacute; que ten&iacute;a colgado en una pared de su habitaci&oacute;n&rdquo;.
Algunas personalidades argentinas conocieron a Warhol e incluso formaron parte de su c&iacute;rculo m&aacute;s cercano. Famosa es la amistad que Marta Minuj&iacute;n mantuvo con el artista y la sarc&aacute;stica performance que protagonizaron juntos en 1985, simulando el pago de la deuda externa en choclos. &ldquo;Pensando que yo era la reina del pop por estos lados y &eacute;l, el rey del pop por all&aacute;, ten&iacute;a sentido que sald&aacute;ramos la deuda&rdquo; dice Marta sobre el intercambio. Asimismo, los diarios consignan su encuentro con Amalia Lacroze de Fortabat, a quien retrat&oacute; en 1980, siguiendo un procedimiento similar al empleado en las pinturas de Marilyn Monroe, Mao Tse Tung, Debbie Harry, Jane Fonda, Truman Capote y Prince.&nbsp;
Desde las an&eacute;cdotas m&aacute;s glamorosas hasta el ritmo mecanizado de una vida contada en oraciones cortas e iron&iacute;as varias, los diarios nos acercan una constelaci&oacute;n de memorias que vale la pena rescatar. Sus historias y evocaciones permiten conocer, desde la fragilidad de una biograf&iacute;a &uacute;nica e irrepetible, las tramas de la cultura de avanzada de buena parte del siglo XX.

Lo que Warhol nos dejó

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