La escritora mexicana Brenda Navarro sorprende por la fuerza de sus historias, el lenguaje, los personajes tan humanos y dif&iacute;ciles de olvidar

Brenda Navarro se acomoda el vestido, que parece hecho de algod&oacute;n de az&uacute;car. Nos aclara que la elecci&oacute;n de la vestimenta es una toma de posici&oacute;n: ante la etiqueta que quiere reducirla a &ldquo;una escritora de denuncia&rdquo;, el glamour es un arma contra la estereotipaci&oacute;n. Con sus dos novelas, Casas vac&iacute;as (2020) y Ceniza en la boca (2022), la autora mexicana &ndash;actualmente residente en Espa&ntilde;a&ndash; construy&oacute; una reputaci&oacute;n por tratar &ldquo;temas duros&rdquo; como el racismo, la violencia de g&eacute;nero, la explotaci&oacute;n laboral y el suicidio. De visita en la Argentina para el festival internacional de literatura FILBA, convers&oacute; con L&rsquo;Officiel sobre estos y otros temas que atraviesan su obra.&nbsp;
L&rsquo;OFFICIEL: En Casas vac&iacute;as, el deseo de las madres est&aacute; puesto en primer plano. Vos dec&iacute;s &ldquo;Yo no creo que ninguna mujer quiera ser madre para borrarse&rdquo;. Me pareci&oacute; interesante, porque todav&iacute;a sigue vigente la idea de que la maternidad anula el propio deseo y la individualidad.
BRENDA NAVARRO: Supongo que buscaba hacer unas personajas que fueran totalmente humanas, que cuando alguien las leyera dijera &ldquo;esto lo podr&iacute;a haber hecho yo&rdquo;. No era tan consciente de que todav&iacute;a exist&iacute;an espacios donde esas maternidades se cuestionaban. Las que he construido en Casas vac&iacute;as dialogan m&aacute;s con mujeres de 60 a 31 a&ntilde;os; no s&eacute; si las generaciones m&aacute;s j&oacute;venes siguen nuestros mismos cuestionamientos. Pero bueno, a m&iacute; no me importaba empatizar con esas maternidades ni que sean mis hero&iacute;nas, sino que me cuestionen un mont&oacute;n de cosas.
L&rsquo;O: &iquest;Por qu&eacute; decidiste que el Daniel/Leonel, el ni&ntilde;o que es robado en Casas vac&iacute;as, fuera autista? &iquest;Qu&eacute; te interesaba explorar ah&iacute;?
BN: He estado cerca de muchas personas que tienen o viven el espectro autista como lo vemos desde el adultocentrismo. Creo que la mayor&iacute;a de la gente puede comunicarse o vivir de una manera que no entra dentro de los est&aacute;ndares normalizados, pero me preocupa un mont&oacute;n la infancia, como si los ni&ntilde;os no tuvieran autonom&iacute;a de decisi&oacute;n. Hay veces que las mujeres, con todo nuestro derecho, nos estamos quejando de c&oacute;mo vivimos la maternidad y nunca les preguntamos a nuestros hijos: &iquest;y t&uacute; c&oacute;mo quieres vivir? Es un cambio de punto de vista: a lo mejor no tenemos que hablar solo de derechos de mujeres y hombres, porque eso es una conversaci&oacute;n dicot&oacute;mica, sino del derecho de las ni&ntilde;as y los ni&ntilde;os, para as&iacute; pensar c&oacute;mo vamos a hacer para que tengan una vida m&aacute;s digna. Todo esto es para decir que Daniel/Leonel era una met&aacute;fora del hecho de que nunca somos capaces de escuchar a los ni&ntilde;os y creemos que nos hablan en otro idioma porque no queremos entenderlos.

"A m&iacute; no me importaba empatizar con esas maternidades ni que sean mis hero&iacute;nas, sino que me cuestionen un mont&oacute;n de cosas".

L&rsquo;O: En Ceniza en la boca pusiste sobre la mesa un tema muy inc&oacute;modo para el progresismo, que tiene que ver con el lugar que les queda a los varones j&oacute;venes en medio de los avances de las luchas feministas. Diego, como var&oacute;n, goza de ciertos privilegios que su hermana no tiene, pero a la vez sufre mucha discriminaci&oacute;n y violencia, y no hay un colectivo que lo refugie. &iquest;Lo pensaste como una intervenci&oacute;n en ese sentido?
BN: Lo que realmente me preocupa, un poco regresando a Daniel/Leonel, es que nos estamos llevando a la adolescencia por delante. Adem&aacute;s, despu&eacute;s de la pandemia, he visto una especie de sobrecogimiento del adolescente, que no quiere independizarse, que quiere estar en casa, que tiene miedo, que no sabe qu&eacute; va a pasar con el mundo. Constru&iacute; a Diego en el silencio y cuando se comunicaba siempre era un poco tosco, un poco violento, reacio. Pero tambi&eacute;n le met&iacute; esta cosa de la m&uacute;sica porque claro, siempre parece ser que las personas violentas no son seres humanos. Y cuando perdemos esos matices, perdemos la capacidad de comprender que en nosotras tambi&eacute;n habita la violencia y que todos podemos reaccionar, enojarnos, sentir odio y hay que aprender a lidiar con eso; esa es la maravilla de ser humanos, que lo puedes racionalizar y problematizar.
L&rsquo;O: En el personaje de Tom-Tom&aacute;s surge la superficialidad de cierto activismo europeo. &iquest;Se trata de una parodia?
BN: Es una parodia, pero tambi&eacute;n quer&iacute;a poner la vulnerabilidad de los que est&aacute;n viviendo la ca&iacute;da del sue&ntilde;o europeo y no saben c&oacute;mo manejar eso. En Am&eacute;rica Latina tenemos una historia pol&iacute;tico-social en la que sabemos vivir y sobrevivir armando redes, &iquest;no? En Espa&ntilde;a y en ciertos lugares de Europa la gente est&aacute; realmente muy sola y no tiene con qui&eacute;n conversar. Y siempre va un poco as&iacute;, repitiendo: &ldquo;Vamos a hacer la revoluci&oacute;n&rdquo;. Pero entonces, &iquest;la revoluci&oacute;n es comprar cosas org&aacute;nicas? Siento que la juventud europea est&aacute; much&iacute;simo m&aacute;s desamparada en ese sentido, como si tuviera una mirada m&aacute;s inocente del mundo.
L&rsquo;O: Es muy conmovedor el v&iacute;nculo que la protagonista construye con Laura, una de sus empleadoras. Dice: &ldquo;En el fondo yo le cuidaba el cuerpo, pero ella me cuidaba la soledad&rdquo;. &iquest;Qu&eacute; quisiste mostrar con ese personaje? &nbsp;&nbsp;&nbsp;
BN: Me resulta muy interesante este tema de los cuidados, que es como mi tema. C&oacute;mo logra el mercado hacernos creer que si eres madre cuidas por amor y cuando no eres familiar lo haces solo por dinero. Recuerdo una experiencia que me dej&oacute; muy marcada. Una mujer cuidaba a otra que la trataba fatal, no la dejaba comer, la humillaba, etc&eacute;tera. Y cuando se muri&oacute;, llor&oacute; desesperadamente porque la quer&iacute;a. &iquest;Qu&eacute; hacemos con la gente que genera lazos de amor con la persona que cuida, pero cuando esta &uacute;ltima muere, la familia la olvida? Me parece algo muy cruel.

&nbsp;&ldquo;Le hacemos creer a la juventud que no hay futuro. Seguramente ellos van a poder romper con todas nuestras tonter&iacute;as y algo se van a inventar&rdquo;.

L&rsquo;O: En Ceniza en la boca hay mucho trabajo con el lenguaje. Por un lado, aparece como un dispositivo de poder: la narradora cuenta que sus empleadores le hablan siempre en catal&aacute;n aunque saben espa&ntilde;ol, para hacerla sentir menos. A la vez, tambi&eacute;n est&aacute; el v&iacute;nculo afectivo con la lengua materna. En un momento tu narradora dice: &ldquo;Y todo lo que ella me dec&iacute;a, as&iacute;, en mi lenguaje, con el guey, con el mamar, con todo lo que yo ya no usaba, me hac&iacute;a sentir que &eacute;ramos amigas, como amigas por lenguaje&rdquo;. &iquest;C&oacute;mo ves la relaci&oacute;n entre estos dos ejes?
BN: Yo estaba escribiendo Ceniza y de pronto me preguntaba como escritora &ldquo;est&aacute;s repitiendo el mismo tipo de lenguaje que tiene Casas vac&iacute;as. &iquest;No sabes narrar de otra manera?&rdquo; (risas). Y despu&eacute;s me di cuenta de que no, de que esa era una apuesta est&eacute;tica, de que en Espa&ntilde;a estamos viviendo un espa&ntilde;ol riqu&iacute;simo; en las calles se est&aacute; hablando mexicano, venezolano, colombiano, boliviano, catal&aacute;n, gallego, pero eso se est&aacute; silenciando en el espacio p&uacute;blico. Porque Espa&ntilde;a es muy dura en el sentido de buscar la castellanizaci&oacute;n del espa&ntilde;ol, lo cual es totalmente esquizofr&eacute;nico. Cuando llegu&eacute; a Barcelona, las primeras personas que me abrieron las puertas eran argentinas. Clara Obligado, una argentina madrile&ntilde;a, dice: &ldquo;Cuando t&uacute; llegas a Espa&ntilde;a ves que ellos no son la madre patria, pero que nosotros, los que llegamos a Espa&ntilde;a, somos la gran patria latinoamericana&rdquo;. Me siento m&aacute;s feliz cuando hacemos este espa&ntilde;ol disruptivo y que incomoda, y que hace que los espa&ntilde;oles nos pregunten y que, entonces, nosotros volvamos a responder en nuestra lengua materna.&nbsp;
L&rsquo;O: En Ceniza en la boca reina un clima de decepci&oacute;n, como si se hubieran ca&iacute;do todas las promesas de progreso. &iquest;Te parece que esa decepci&oacute;n es caracter&iacute;stica de nuestra &eacute;poca?
BN: S&iacute;, de una parte de la sociedad que ronda los 30-50 a&ntilde;os, en la que hemos comprendido que no vamos a ascender, que la meritocracia no existe y nos manejamos con pesimismo, advirti&eacute;ndoles a las nuevas generaciones que el mundo es una mierda. Es una autocr&iacute;tica para m&iacute; y para todos los de mi generaci&oacute;n porque, vale, el mundo es una mierda, &iexcl;pero podr&iacute;amos estar haciendo algo! Y sin embargo nos la pasamos quej&aacute;ndonos todo el tiempo y responsabilizando al presidente o al l&iacute;der social. Eso lo est&aacute;n viendo las generaciones y repitiendo: &ldquo;Pues si mis padres no est&aacute;n luchando, &iquest;por qu&eacute; voy a luchar yo?&rdquo;. La m&uacute;sica de C. Tangana me encanta, pero en un mont&oacute;n de canciones tiene esta actitud de: &ldquo;A m&iacute; no me metas en problemas, yo quiero gozar el presente&rdquo; y siento que est&aacute; muy bien como rebeli&oacute;n, pero a la vez est&aacute; muy mal porque le hacemos creer a la juventud que no hay futuro. Seguramente ellos van a poder romper con todas nuestras tonter&iacute;as y algo se van a inventar (risas). Porque la humanidad se inventa siempre cosas, &iquest;no? Y siempre sale adelante: yo soy muy fan de la humanidad.

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