L&rsquo;OFFICIEL, la parisina y el esp&iacute;ritu de la moda.

&iquest;Qu&eacute; significa ser franc&eacute;s? Hay innumerables opiniones, pero a lo largo de la historia ciertas ideas e im&aacute;genes, lugares y personas, han dejado su impronta en el sentido de identidad nacional: Par&iacute;s y la idea de la ciudad como la capital de la moda, la revoluci&oacute;n y la modernidad. Durante m&aacute;s de 100 a&ntilde;os L&rsquo;OFFICIEL ha aportado de manera significativa a la creaci&oacute;n del &ldquo;aura&rdquo; que es exclusiva de la moda parisina.&nbsp;
Fundada en 1921, la revista fue la publicaci&oacute;n oficial de la C&aacute;mara Sindical de la Costura Parisina. Al destacar la rentabilidad de la couture y potenciar su prestigio, contribuy&oacute; a proyectar un halo especial sobre toda la moda francesa y los productos de lujo, por no hablar del turismo a Francia. Un tema central en cada n&uacute;mero ha sido la afirmaci&oacute;n de que Par&iacute;s es sin&oacute;nimo de moda y en particular de alta costura. 
El primer editor en jefe de L&rsquo;OFFICIEL, Dominique Gaffory, cre&iacute;a firmemente que solo all&iacute; pod&iacute;a florecer el arte de la couture. En un editorial de 1923 titulado &ldquo;Par&iacute;s, capital del mundo&rdquo;, describ&iacute;a la manera en que estadounidenses, inglesas, brasile&ntilde;as y espa&ntilde;olas acud&iacute;an a la Ciudad Luz, a la que percib&iacute;an como &ldquo;el cielo en la tierra&rdquo;. Seg&uacute;n Gaffory, cuando una mujer de otro pa&iacute;s se viste de moda francesa, hay que rendirle homenaje, porque nos hace propaganda. S&iacute;, un vestido de Par&iacute;s que ondea con la brisa de Nueva York o de Londres es un pedacito de Francia&rdquo;.

&ldquo;Un vestido de Par&iacute;s que ondea con la brisa de Nueva York o de Londres es un pedacito de Francia&rdquo;

&ldquo;&iquest;Por qu&eacute; Par&iacute;s? &iquest;Por qu&eacute; siempre Par&iacute;s? &iquest;Por qu&eacute; nada m&aacute;s que Par&iacute;s?&rdquo;, se preguntaba un art&iacute;culo de 1958 titulado &ldquo;Un imperio universal&rdquo;. &ldquo;Tiene que ver con el buen gusto, es decir, la quintaesencia de la cultura&rdquo;, que se asoci&oacute; siempre con la aristocracia y con su legado de h&aacute;bil artesan&iacute;a. De hecho, sus integrantes han tenido por mucho tiempo una relaci&oacute;n simbi&oacute;tica con modistos franceses que vest&iacute;an a los cortesanos de Versalles. En su tiempo, las sombrereras como las que retratan las pinturas de Degas eran descriptas como &ldquo;arist&oacute;cratas de la clase trabajadora&rdquo;. O como lo expresara L&rsquo;OFFICIEL en 1950: &ldquo;Las generaciones han acumulado tesoros de ingenio, inventiva y savoir-faire&rdquo;.&nbsp;
La mujer francesa, encarnada en la figura mitol&oacute;gica de la parisina, tambi&eacute;n ha sido identificada como referente del buen gusto. Tambi&eacute;n se le adjudica un estilo personal innato que acent&uacute;a su belleza y su encanto. &ldquo;Podr&iacute;a ser Fran&ccedil;oise Hardy o Charlotte Gainsbourg&rdquo;, declar&oacute; el dise&ntilde;ador ingl&eacute;s Paul Smith. &ldquo;Elegante, tiene un atractivo propio, no transmite el estudiado look de la moda&rdquo;. La dise&ntilde;adora francesa Sonia Rykiel, citada en &ldquo;El esp&iacute;ritu de Par&iacute;s&rdquo; (2000), dijo: &ldquo;No soy parisina. Soy una mujer francesa que vive en la ciudad m&aacute;s maravillosa del mundo&rdquo;.

&ldquo;La parisina encarna a una mujer m&iacute;tica&rdquo;

De hecho, ya en el siglo XIX, ciertos escritores franceses hab&iacute;an comenzado a afirmar que por lo menos algunas mujeres del interior de Francia e incluso extranjeras que resid&iacute;an un tiempo en Par&iacute;s y vest&iacute;an couture llegaban a convertirse en parisinas.&nbsp; Esta idea no ha dejado de resonar desde entonces en la cultura pop. El ensayo &ldquo;Parisianismo&rdquo; (1989) ten&iacute;a subt&iacute;tulos como &ldquo;Una americana en Par&iacute;s&rdquo;. En &ldquo;Paris 75006&rdquo; (2000) se describ&iacute;a a Farida Khelfa de Azzedine Ala&iuml;a como &ldquo;una verdadera parisina&rdquo;, mientras que Carla Bruni era &ldquo;la m&aacute;s italiana de la parisinas y la m&aacute;s parisina de las italianas&rdquo;.&nbsp;
Para la d&eacute;cada de 1890, con el ascenso de la Alta Costura, apareci&oacute; el couturier en escena, inspirado a menudo por su musa, la parisina, aunque tambi&eacute;n por la ciudad. En un art&iacute;culo sobre Yves Saint Laurent de 1990 en L&rsquo;OFFICIEL leemos que &ldquo;el joven so&ntilde;ador de provincia&rdquo; (con resonancias de Balzac) se enamor&oacute; de Par&iacute;s, donde conoci&oacute; &ldquo;la quintaesencia de la mujer que llamamos &lsquo;la parisina&rsquo;&rdquo;. En un&nbsp; lenguaje que vincula la moda, el arte y el erotismo, se afirma que los dise&ntilde;os de Saint Laurent son ejemplo de &ldquo;lo chic&rdquo;, &ldquo;la seducci&oacute;n&rdquo;, &ldquo;las palabras fetiche de la elegancia francesa&rdquo;.&nbsp; Una tapa de 1990 muestra las leyendas &ldquo;Paris Lumi&egrave;re Paris Myst&egrave;re Paris Mon Coeur&rdquo;, con la firma de Saint Laurent. Este testimonio a la ciudad de la luz, el misterio y el amor est&aacute; en el centro del pensamiento de la revista.

El predominio de Francia y su capital en los discursos de L&rsquo;OFFICIEL se acent&uacute;a en los a&ntilde;os 20, en el dif&iacute;cil per&iacute;odo posterior a la Primera Guerra Mundial. Surge un sentido de nacionalismo, proteccionismo y patriotismo con art&iacute;culos como &ldquo;La moda al servicio de Francia&rdquo;. A diferencia de otras publicaciones, la revista se sigui&oacute; publicando y aun en 1942, en los momentos m&aacute;s oscuros de la guerra, un art&iacute;culo destacaba la inspiraci&oacute;n que la ciudad brindaba a sus couturiers, &ldquo;Crear, crear siempre, inspirarse en todo lo bello y lo bueno que ofrece Par&iacute;s, abandonarse a su atm&oacute;sfera inimitable [&hellip;] es el privilegio incontestable de nuestras grandes industrias del lujo&rdquo;. En el art&iacute;culo posterior a la Segunda Guerra &ldquo;Par&iacute;s reencontrada&rdquo; (1948), el autor proclama gozosamente: &ldquo;Par&iacute;s nuevamente en el escenario del mundo en su rol de capital [&hellip;] reaparece la ciudad del pensamiento, de la elegancia y el buen gusto, de la alegr&iacute;a, [&hellip;] de la incomparable dulzura de vivir&rdquo;.&nbsp;
Este renacer de Par&iacute;s y la couture florece en las p&aacute;ginas de L&rsquo;OFFICIEL.&nbsp; En un despliegue de imaginaci&oacute;n, comienza a usar los espacios de la ciudad para reafirmar el lugar central que ocupa en la moda de todo el mundo. En la d&eacute;cada de 1950 surgi&oacute; un nuevo estilo de glamorosa fotograf&iacute;a en la que las modelos posaban frente a lugares como la Place de la Concorde, Notre Dame y, por supuesto, la Torre Eiffel. Para fines de los setenta y en los 80, la fotograf&iacute;a &ndash;bajo la influencia de Guy Bourdin y Helmut Newton&ndash;&nbsp; fue tomando un car&aacute;cter cada vez m&aacute;s er&oacute;tico y vemos im&aacute;genes nocturnas de mujeres frente al Arco de Triunfo y la Place Vend&ocirc;me, incluso en los puentes que cruzan el Sena.&nbsp;
La tr&iacute;ada &ldquo;franc&eacute;s&rdquo;, &ldquo;Par&iacute;s&rdquo; y &ldquo;moda&rdquo; se asocia desde siempre con la figura femenina y, si bien hist&oacute;ricamente este v&iacute;nculo ha reforzado tanto los estereotipos como los constructos nacionales, hoy se est&aacute; desplazando y redefiniendo.&nbsp; Y es nuevamente la figura central de la parisina la art&iacute;fice del cambio, con la inclusi&oacute;n de mujeres negras, &aacute;rabes y asi&aacute;ticas. &ldquo;Encarna a una mujer m&iacute;tica&rdquo;, declar&oacute; L&rsquo;OFFICIEL en el a&ntilde;o 2000. &ldquo;Tiene seducci&oacute;n, [&hellip;] actitud, presencia y un look propio. Es creativa e interpreta la moda con insolencia y desenfado. El mundo entero admira su chic legendario. El mito perdura porque se vuelto plural. Ya no es solo una, son muchas. Cada una con su estilo, cubriendo todas las expectativas&rdquo;.
Fragmento editado del texto de Valerie Steel publicado en L&rsquo;Officiel 100: Cien personas e ideas de un siglo en la moda, de Stefano Tonchi (Marsilio)
Traducci&oacute;n: Silvia Villegas

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