Ha forjado una carrera rica e interesante a la edad en que muchos comienzan a dar los primeros pasos. Intensidad dram&aacute;tica y belleza aut&eacute;ntica.

Tal vez la pasi&oacute;n de la actriz <a href="https://www.instagram.com/ailin.salas/" target="_blank" rel="noopener">Ail&iacute;n Salas</a> por el cine independiente (y del cine independiente por ella) pueda resumirse en un detalle, verificable en su larga lista de cr&eacute;ditos en IMDB, la mayor base de datos global cin&eacute;fila: Ail&iacute;n tiene m&aacute;s pel&iacute;culas que a&ntilde;os. A los veintiocho, es una veterana con veintinueve rodajes. &ldquo;Jaja, &iquest;en serio?&nbsp; Hermoso&rdquo;, se asombra como si se tratara de un r&eacute;cord ajeno. Eso sin contar cortometrajes, que son varios, ni las tres pel&iacute;culas por estrenar que, en los &uacute;ltimos meses, la llevaron a repartir su tiempo entre C&oacute;rdoba, Misiones y Buenos Aires. Ten&iacute;a trece a&ntilde;os cuando obtuvo su primer rol en la aclamada XXY de Luc&iacute;a Puenzo &ndash;que volver&iacute;a a convocarla para El ni&ntilde;o pez&ndash;. Y era una veintea&ntilde;era cuando pis&oacute; su primera alfombra roja, en el Festival de Cine de Roma, como protagonista de Lu-Lu, pel&iacute;cula de Luis Ortega: &ldquo;Me encontr&eacute; de pronto frente a una nube de ochocientos fot&oacute;grafos y no entend&iacute;a nada&hellip; Todav&iacute;a me causa gracia cuando veo mi cara de desconcierto total en esas fotos&rdquo;.
&ldquo;&iexcl;Genios, todos los directores con los que trabaj&eacute;!&rdquo;, celebra mientras salta de un nombre a otro: Maximiliano Schonfeld, Milagros Mumenthaler, Ezequiel Acu&ntilde;a, Majo Staffolani&hellip; desgrana mientras estira un ristretto en un bar de Palermo-r&uacute;cula. &ldquo;Soy muy afortunada: tuve la suerte de cruzarme con directores que tienen una voz muy particular, y con cada uno descubr&iacute; un mundito&rdquo;. Una galer&iacute;a de personajes dolientes puebla su filmograf&iacute;a. &ldquo;Tuve etapas en las que me encasillaron en esos lugares; personajes que ten&iacute;an m&aacute;s que ver con el dolor, con el sufrimiento. En general, me llamaban para hacer cosas medio densas: lo agradezco, porque para m&iacute; era mucho m&aacute;s divertido que hacer una tira televisiva juvenil. &iexcl;A m&iacute; me divert&iacute;a sufrir! Es m&aacute;s interesante en todo aspecto. Pero hay que empezar a luchar todo el tiempo contra lo que proyect&aacute;s, cuando te empiezan a encasillar: yo era &lsquo;la que sufre&rsquo;... Pero fue tambi&eacute;n una manera de canalizar un dolor m&iacute;o. Muchas veces nos acercamos al arte llevados por la necesidad de darle lugar a algo que, quiz&aacute;s, en otros espacios no lo tiene. En la actuaci&oacute;n, sos vos con vos mismo&rdquo;.
Muchos personajes, revela, aparecieron casi como misteriosas se&ntilde;ales, serendipias en el camino de sus cavilaciones m&aacute;s &iacute;ntimas. &ldquo;Es muy loco, porque siempre me llegan en momentos personales particulares, muchas veces coincidiendo con las preguntas vitales que me estoy haciendo&rdquo;. Cuenta que los dos m&aacute;s recientes, una mujer que sufre una enfermedad terminal, y otra que espera un beb&eacute;, la atravesaron por completo, en un momento en el que la maternidad, para ella, es un interrogante que todav&iacute;a no tiene respuestas. &ldquo;En la actuaci&oacute;n, mi prioridad es que lo que pase est&eacute; vivo, que sea aut&eacute;ntico. Cuando act&uacute;o me interesa m&aacute;s profundizar que cambiar de forma. Transformarme, a veces, me divierte. Depende, tambi&eacute;n, de los otros: del que te peina, del que te maquilla, del que elige la ropa&hellip; y eso es hermoso, porque el personaje empieza a ser un monstruito de todes. Creo que somos medio tibios en la Argentina con eso, no se va tan a fondo en las composiciones, predomina una tendencia m&aacute;s naturalista. Pero, en manos de un buen director, se puede hacer&rdquo;.
Ail&iacute;n habita el cine independiente de los &uacute;ltimos quince a&ntilde;os con sus luces y sombras: del reconocimiento internacional, a la desaz&oacute;n de las salas despobladas. &ldquo;Algo est&aacute; mal en la etapa de exhibici&oacute;n de las pelis, y me da mucha tristeza. Es una l&aacute;stima que se ponga tanto esfuerzo, tanto trabajo y tanta plata en una pel&iacute;cula, para que figure dos semanas, como mucho, y que al final la vean nuestros familiares y pocas personas m&aacute;s&hellip; Algo hay que replantearse: estamos en medio de una crisis, hace falta mirar otras cosas antes que el cine, pero la exhibici&oacute;n siempre fue un problema, al menos desde que yo trabajo. Es como si se desvalorizara un poco nuestro cine. Igual lo seguimos haciendo, es la resistencia de la gente de cine: seguimos confiando en que esa voz est&eacute; ah&iacute;, porque construye la cultura. En ese sentido, los festivales son lugares de mucha contenci&oacute;n. El festival valoriza el proceso, crea un espacio de encuentro entre las personas que hacen cine, y tambi&eacute;n entre las personas que hacen las pel&iacute;culas y el p&uacute;blico. Fuera de los festivales, el circuito comercial es despiadado&rdquo;.
Su familia se reparte entre Buenos Aires y la ciudad brasile&ntilde;a de Aracaj&uacute;, al norte de San Salvador de Bah&iacute;a, donde naci&oacute; y vivi&oacute; los primeros a&ntilde;os de su infancia. All&iacute; quedaron su mam&aacute; y su lengua materna. En Argentina descubri&oacute; su vocaci&oacute;n, deslumbrada por las primeras visitas al teatro de la mano de su abuela Aurelia, actriz, que hoy es tambi&eacute;n su espectadora m&aacute;s fiel. A los noventa a&ntilde;os, Aurelia sigue activa como colega de su nieta: participa en un grupo de narraci&oacute;n oral. &ldquo;Una genia, mi abuela. &iexcl;Tiene mucha m&aacute;s energ&iacute;a que yo!&rdquo;
Ail&iacute;n supo muy pronto que quer&iacute;a actuar, bailar o cantar: &ldquo;Jam&aacute;s se me ocurri&oacute; hacer otra cosa. Lo disfrutaba mucho&rdquo;. De chica acompa&ntilde;&oacute; a su pap&aacute; a un casting y termin&oacute; elegida para una publicidad: en c&aacute;mara vendi&oacute; gaseosas, capelettinis, celulares&hellip; Actu&oacute; poco en teatro, siempre en proyectos autogestivos. En televisi&oacute;n, particip&oacute; en programas de calidad infrecuente. Tambi&eacute;n canta: es la voz delicada que exhorta &ldquo;Pasame a nafta&rdquo; en el tema &ldquo;Veneno&rdquo; de su amigo David Nah&oacute;n.&nbsp;
Durante la forzada cuarentena &ndash;en su caso, con dos tests positivos de covid mediante&ndash;, se convirti&oacute; en una autodidacta de la meditaci&oacute;n, el yoga y la guitarra. Y se habitu&oacute; a esperar proyectos de actuaci&oacute;n sin la ansiedad que experimentaba en otras &eacute;pocas: &ldquo;Estoy amig&aacute;ndome con la incertidumbre, con dejar que las cosas surjan&rdquo;. Por lo pronto, se dedica a dar los toques finales a su primer cortometraje como directora, en el que tambi&eacute;n act&uacute;a, y que define como un experimento con amigos. &ldquo;Fue lindo motorizar algo surgido de mi interior. Como actor es hermoso entregarse al mundo de otro y me encanta hacerlo. Pero en este momento necesitaba empezar a mirar un poco dentro de m&iacute;&rdquo;.&nbsp;
Fotograf&iacute;as por <a href="Fotograf&iacute;as%20por%20@xrsnkx.%20Estilismo%20por%20@delfina_tulli.%20Entrevista%20por%20Irene%20Amuch&aacute;stegui.." target="_blank" rel="noopener">@xrsnkx</a>. Estilismo por <a href="https://www.instagram.com/delfina_tulli/" target="_blank" rel="noopener">@</a><a href="https://www.instagram.com/delfina_tulli/" target="_blank" rel="noopener">delfina_tulli</a>.&nbsp;

Ailín Salas: nacida para actuar

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