En una lucha contra el olvido, cient&iacute;ficos y perfumistas reconstruyen fragancias que alguna vez usaron figuras legendarias como Cleopatra y Mar&iacute;a Antonieta. Viajar en el tiempo a trav&eacute;s del olfato.&nbsp;

Hace 2000 a&ntilde;os, muri&oacute; la &uacute;ltima reina de Egipto. Ante la amenaza de ser desplazada del poder y tomada prisionera por el ej&eacute;rcito del emperador romano Octavio Augusto, Cleopatra VII Thea Filop&aacute;tor &ndash;tal su nombre completo&ndash; se suicid&oacute;. La faraona ten&iacute;a 39 a&ntilde;os y hab&iacute;a gobernado Egipto durante poco m&aacute;s de dos d&eacute;cadas. Como cuenta la bi&oacute;grafa Stacy Schiff en su libro Cleopatra: A Life, toda su vida fue un enigma. Considerada una de las mujeres m&aacute;s famosas de la historia, fue una celebridad, objeto de especulaci&oacute;n y veneraci&oacute;n, chismes y leyenda, incluso en su propio tiempo. Hasta el d&iacute;a de hoy esta soberana es un misterio. Por ejemplo, nadie conoce la ubicaci&oacute;n de sus restos. Quiz&aacute;s est&eacute;n en alguna zona sumergida cerca de Alejandr&iacute;a.&nbsp;
 Tampoco se sabe c&oacute;mo luc&iacute;a. Solo sus retratos en monedas pueden aceptarse como aut&eacute;nticos. Y en especial, no se tiene idea de su aroma. Los perfumes la obsesionaban: se sumerg&iacute;a en ba&ntilde;os de leche y miel, a los que les agregaba agua de azahar y manzanilla. Quemadores de incienso rodeaban su trono, se frotaba las manos con kyphi &ndash;un perfume hecho con veintisiete ingredientes&ndash; y los pies con Aegyptium, una loci&oacute;n de aceite de almendras, miel, cinamomo, narciso y henna. Su devoci&oacute;n era tal que Marco Antonio le construy&oacute; su propio laboratorio de perfumes. Autores romanos y m&eacute;dicos y bot&aacute;nicos griegos del siglo I como Diosc&oacute;rides mencionaron la existencia de un libro con recetas de sus perfumes favoritos titulado Cleopatra gynaeciarum libri, que hasta el momento no ha sido encontrado.
 A los arque&oacute;logos Robert Littman y Jay Silverstein de la Universidad de Hawaii siempre les fascin&oacute; esta devoci&oacute;n de la faraona por los perfumes. As&iacute; que en 2018 se dispusieron a hacer lo que nadie hab&iacute;a hecho hasta entonces: recrear una de las adoradas fragancias de la reina. Con la ayuda de la egipt&oacute;loga alemana Dora Goldsmith, el equipo se embarc&oacute; en la misi&oacute;n de reconstruir uno de sus perfumes &ndash;el Mendesiano&ndash; para la exposici&oacute;n sobre Reinas de Egipto de la National Geographic Society en Washington. &ldquo;Era el N &ordm;. 5 del mundo antiguo, el m&aacute;s preciado&rdquo;, asegura Littman.&nbsp;

&ldquo;El Mendesiano era el emblema olfativo del antiguo Egipto. Al revivirlo, un trozo del pasado vuelve a la vida&rdquo;.

Siguiendo al pie de la letra antiguos tratados bot&aacute;nicos y descripciones griegas &ndash;que lo calificaban de lujoso, costoso y deseado&ndash; y con informaci&oacute;n obtenida de residuos secos hallados en &aacute;nforas de la antigua ciudad de Thmuis (norte de El Cairo), Goldsmith combin&oacute; mirra, canela de Ceil&aacute;n, canela cassia, cardamomo y aceite de oliva, para elaborar una fragancia voluminosa, fuerte, c&aacute;lida, dulce y ligeramente amarga. Quienes han tenido la suerte de olerla afirman que este perfume les cambi&oacute; la imagen que ten&iacute;an de Cleopatra. De repente, aquel distante personaje legendario se volvi&oacute; un ser humano casi vivo, cercano. &ldquo;El Mendesiano era el emblema olfativo del antiguo Egipto. Al revivirlo, un trozo del pasado vuelve a la vida&rdquo;, cuenta Goldsmith.
 Este equipo, sin embargo, no est&aacute; solo. Son parte de una nueva generaci&oacute;n de cient&iacute;ficos y perfumistas que buscan conectarse con el pasado de una manera diferente. Son resucitadores de fragancias perdidas: prometen viajar en el tiempo a trav&eacute;s del olfato. Por ejemplo, Francis Kurkdjian, uno de los principales creadores de perfumes de Francia y actual perfumista de Dior, se asom&oacute; en 2006 al siglo XVIII. Vali&eacute;ndose de ingredientes 100 % naturales y t&eacute;cnicas propias de aquella &eacute;poca, recre&oacute; uno de los preferidos de Mar&iacute;a Antonieta.&nbsp;
Como Cleopatra, la reina consorte adoraba los perfumes. Le encantaban las aguas de rosa, de violeta y de jazm&iacute;n, as&iacute; como la esencia de lavanda y de lim&oacute;n. Todo deb&iacute;a estar aromatizado: los guantes, las pelucas, los almohadones, los vestidos, los zapatos. Ten&iacute;a su propio perfumista, Jean-Louis Fargeon, que durante catorce a&ntilde;os elabor&oacute; fragancias cada vez m&aacute;s lujosas para combinar con la personalidad de la reina, sus estados de &aacute;nimo, y hasta sus extravagancias, como la de perfumar incluso las ovejas.
 Kurkdjian, con ayuda de la historiadora Elisabeth de Feydeau y siguiendo los cuadernos y recetas de Fargeon, volvi&oacute; a la vida el Parfum de Trianon, nombre de la residencia preferida de Mar&iacute;a Antonieta. As&iacute; naci&oacute; la fragancia Sillage de la Reine [el despertar de la reina], una mezcla intensamente floral de rosa, iris, jazm&iacute;n tuberoso y azahar, con un toque de cedro y s&aacute;ndalo, &aacute;mbar gris, almizcle y bergamota. Solo se realizaron 1000 frascos de 25 ml. Cada uno se vende en la tienda del Palacio de Versalles por 350 euros.
 Los impulsores de estas reconstrucciones saben que no son perfectas. Son, m&aacute;s bien, aproximaciones a ciertas fragancias originales, que, como especies vivientes, desaparecen, se extinguen: los perfumes son la m&aacute;s evanescente de todas las creaciones humanas. El objetivo va m&aacute;s all&aacute; de realizar una copia fiel. La idea es aproximarnos a una &eacute;poca lejana, ayudar a relacionarnos con la historia a trav&eacute;s de una dimensi&oacute;n emocional.
 No se trata solo de volver a la vida perfumes usados por figuras legendarias como Cleopatra, Mar&iacute;a Antonieta o Napole&oacute;n. La Osmoth&egrave;que es un archivo olfatorio ubicado en Versalles, Francia, que conserva miles de f&oacute;rmulas de perfumes creados desde mediados de 1800. Desafiando la extinci&oacute;n y el olvido, sus perfumistas all&iacute; recrean antiguos elixires arom&aacute;ticos, como Cr&ecirc;pe de Chine, la firma arom&aacute;tica de los &ldquo;locos a&ntilde;os 20&rdquo;.&nbsp;
 En otros casos, las reconstrucciones son m&aacute;s personales. En 2008, una vendedora de seguros francesa llamada Katie Apalategui estaba desconsolada por la muerte de su padre. En especial, extra&ntilde;aba su olor: se negaba a lavar la funda de su almohada impregnada con su firma arom&aacute;tica. As&iacute; que se asoci&oacute; con la Universidad de Le Havre y lanz&oacute; una curiosa empresa llamada Kalain. &ldquo;Tomamos una prenda de un ser querido y extraemos el olor&rdquo;, explica la qu&iacute;mica Geraldine Savary. &ldquo;Y lo reconstruimos en forma de fragancia en cuatro d&iacute;as&rdquo;.
 El resultado es un &ldquo;consuelo olfativo&rdquo;, el aroma de alguien que ya no est&aacute;, encapsulado en una botella de 16 ml por 650 d&oacute;lares. Como dice la fil&oacute;sofa Chantal Jaquet en su libro Filosof&iacute;a del olfato: &ldquo;En ausencia del amado, su olor sigue siendo el mensajero de su alma&rdquo;.

Cómo resucitar un aroma perdido

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