La artista chilena recuerda su infancia en comunidad, el arte como forma de vida&nbsp;y la magia que la une a Los Jaivas, su familia y la bater&iacute;a.

Uno de los primeros recuerdos que Juanita Parra tiene de Los Jaivas es viajar en un gran barco.&nbsp; Ten&iacute;a seis a&ntilde;os. &ldquo;Era el trans-a-tl&aacute;n-ti-co atracado en el puerto de Buenos Aires, cuando nos &iacute;bamos a Europa. La gente celebraba tirando cintas de colores al mar y ellos tocaban trutrucas&rdquo;, dice, mientras su mirada se pierde en algo que pareciera estar frente a ella, como si ese barco y ese momento vivido en 1977, aparecieran ahora, a unos pasos de la silla en la que est&aacute; sentada. Se emociona y le brillan los ojos, algo que suceder&aacute; durante toda esta conversaci&oacute;n cuando se refiera a los dem&aacute;s. A lo colectivo.&nbsp;
Han pasado 48 a&ntilde;os desde ese recuerdo y la vida de Juanita se ha construido con los mismos ingredientes que las de la mayor&iacute;a de las personas. Pero hay algo que cruza toda su experiencia vital, que tambi&eacute;n puede considerarse una fortuna: descubri&oacute; desde temprana edad otros modelos de vida, cruzados por la comunidad y el arte.&nbsp;
Primero, cuatro a&ntilde;os en Z&aacute;rate, en la provincia de Buenos Aires. M&aacute;s tarde, Les Glycines, una casa-para&iacute;so-centro cultural ubicado algunos kil&oacute;metros al sur de Par&iacute;s, cobij&oacute; una comunidad de m&aacute;s de una veintena de personas: Los Jaivas, sus compa&ntilde;eras, hijos e hijas, asistentes y t&eacute;cnicos de la banda y amigos que iban y ven&iacute;an. Pudieron habitar esa casa enorme, en donde el lugar m&aacute;s grande estaba dispuesto como sala de ensayo, coronada con un jard&iacute;n de ensue&ntilde;o, durante muchos a&ntilde;os gracias a su due&ntilde;a, tambi&eacute;n pianista, madame Croux. &ldquo;Ella conoci&oacute; a estos m&uacute;sicos y quiso ayudarlos, fue una bella casualidad&rdquo;, dice Juanita.&nbsp;&nbsp;
L&rsquo;OFFICIEL: &nbsp;Hay algo que siempre quise preguntarte y es sobre las compa&ntilde;eras de estos m&uacute;sicos, tu madre y las otras madres. Creo que poco se habla de c&oacute;mo ellas, finalmente, permitieron que Los Jaivas siguieran existiendo.&nbsp;
JUANITA PARRA: &iexcl;Por supuesto! Esta vida fue posible gracias a ellas y eso es algo que siempre remarcamos. A todas se les propuso esta idea y aceptaron, modificando sus vidas y proyectos completos. Fueron esas mujeres las que le dieron a esa comunidad el sentido de hogar.&nbsp;
Sostuvieron la econom&iacute;a, como talentosas tejedoras y artesanas, vendiendo sus dise&ntilde;os en la ciudad. Tambi&eacute;n ellas eran artistas y sus piezas fueron parte de un n&uacute;mero de la revista Elle Francia, en la primavera de 1978: &ldquo;Yo cre&iacute;a que as&iacute; era el mundo. Que los pap&aacute;s eran m&uacute;sicos y las mam&aacute;s tej&iacute;an&rdquo;.
En la comunidad puertas adentro se fomentaba la chilenidad, &ldquo;celebr&aacute;bamos todos los 18 de septiembre hasta con carreras de embolsados&rdquo;. Cuando a&ntilde;os m&aacute;s tarde lleg&oacute; a vivir a Chile se dio cuenta de que ten&iacute;a un lado franc&eacute;s muy arraigado. &ldquo;Nunca me cuestion&eacute; el hecho de ser mujer y tocar bater&iacute;a, y eso es solo porque me educaron con igualdad. Apenas llegamos, inmediatamente entramos al sistema de la educaci&oacute;n p&uacute;blica. Tuvimos una educaci&oacute;n gratuita y de calidad impresionante&rdquo;.&nbsp;
La Juanita adolescente vivi&oacute; una vida feliz y libre. &ldquo;Me mov&iacute;a mucho con el mundo punk, con mi amiga Chim&egrave;ne y otros chilenos cercanos a la comunidad. Ella viv&iacute;a en Par&iacute;s, as&iacute; que me escapaba a su casa todos los fines de semana. Pero a ella tambi&eacute;n le fascinaba venir a nuestra casa, que se transform&oacute; r&aacute;pidamente en sede de eventos. Por ejemplo, cuando fue la trova cubana a tocar a Par&iacute;s, despu&eacute;s del concierto se vinieron a la casa y Silvio Rodr&iacute;guez estaba en la cocina, tocando un concierto para todas las mujeres. Era fascinante todo lo que pasaba&rdquo;.&nbsp;
&ldquo;Una cu&ntilde;ada muy querida una vez dijo &lsquo;claro, Juanita, &iquest;c&oacute;mo no ibas a ser punki? Porque &iquest;c&oacute;mo te rebelabas contra tu pap&aacute; si quer&iacute;as rebelarte? Si tus pap&aacute;s eran ya rebeldes &iquest;c&oacute;mo se hace?&rsquo;&rdquo;, cuenta. &ldquo;Entonces mi onda fue el punk y despu&eacute;s el new wave. Luego supe que mis pap&aacute;s estaban superpreocupados porque yo andaba con los pelos de colores, me iba de noche y no sab&iacute;an mucho para d&oacute;nde. Y bueno, en una de esas aventuras que muchos a&ntilde;os despu&eacute;s les cont&eacute;, bajamos a las catacumbas de Par&iacute;s. Sin mapa, nada, nos metimos y nos perdimos. Menos mal que sal&iacute; viva. De repente levantamos una de esas tapas de alcantarillado y salimos a la avenida Montparnasse&rdquo;.&nbsp;
EL REENCUENTRO
En el 2011 Los Jaivas se reencontraron nuevamente en Machu Picchu para celebrar dos acontecimientos: el centenario del redescubrimiento de la ciudadela inca y los treinta a&ntilde;os de la primera vez que el grupo subi&oacute; a tocar la obra que inspiraron las ruinas. A&ntilde;os antes Juanita hab&iacute;a visitado Per&uacute; con su madre para hacer un duelo. En ese pa&iacute;s muri&oacute; su padre, el baterista Gabriel Parra, en un accidente automovil&iacute;stico, en abril de 1988. &ldquo;Yo quer&iacute;a poner un santuario donde mi pap&aacute; hab&iacute;a muerto, pero los amigos que viven all&aacute; no me lo permitieron porque no era un camino seguro. Hab&iacute;an muerto varias otras personas ah&iacute;&rdquo;.&nbsp;
Para ella, volver a Machu Picchu a tocar con Los Jaivas &ldquo;fue como cerrar un ciclo, perdonar. Sentir que la tierra, ese lugar en donde muri&oacute; mi pap&aacute;, no era culpable de lo que a &eacute;l le pas&oacute;. Luego de esa gran p&eacute;rdida para ella, su madre y toda su comunidad, sus &ldquo;t&iacute;os&rdquo; de Los Jaivas le pidieron ocupar el sill&iacute;n de Gabriel. La primera respuesta fue &ldquo;s&iacute;&rdquo;, pero luego se arrepinti&oacute;. &ldquo;Volv&iacute; a mi casa en Francia y cuando entr&eacute; a la sala donde estaba su bater&iacute;a, me romp&iacute;. No era capaz. Ah&iacute; me di cuenta de que necesitaba vivir mi duelo&rdquo;. Luego de un tiempo Juanita y sus t&iacute;os se reencontraron y volvi&oacute; a surgir esa invitaci&oacute;n. Durante cinco a&ntilde;os la joven Juanita se prepar&oacute; de forma met&oacute;dica, primero escuchando las grabaciones en vivo de Gabriel y m&aacute;s tarde con la banda en un taller de creaci&oacute;n que fue origen del disco Hijos de la Tierra, de 1995.&nbsp;
L&rsquo;O: &iquest;Cu&aacute;ndo decidiste que la bater&iacute;a era tu instrumento?
JP: La verdad es que ni siquiera lo decid&iacute;. Fue por mi amiga Chim&egrave;ne. Ella dijo que se iba a poner a estudiar bajo con Arturo Aldunate en Par&iacute;s. Y entonces cuando vino a la casa dijo &lsquo;yo le voy a decir a Mario que me deje tocar su bajo en la sala de ensayo y t&uacute; tocas bater&iacute;a&rsquo;. Y despu&eacute;s mi pap&aacute; vio que a esta ni&ntilde;a de quince a&ntilde;os que estaba lanzada al mundo parece que hab&iacute;a que tenerla un poquito m&aacute;s controlada, dijo &lsquo;&iquest;sabes qu&eacute;? nos quedamos sin iluminador y necesitamos a alguien que conozca los temas de memoria. T&uacute; te los sabes de memoria. Y queremos que adem&aacute;s sea alguien cercano, alguien de la familia&rsquo;. Y part&iacute; con ellos de gira. Me encanta haber entrado a la banda por el equipo t&eacute;cnico.
L&rsquo;O: &iquest;Te da otra perspectiva tambi&eacute;n?&nbsp;
JP: S&iacute;, mucho. Nosotros no podr&iacute;amos tocar hoy en d&iacute;a sin ese equipo de siete personas que est&aacute; detr&aacute;s de nosotros. Antes ellos hac&iacute;an todo, desde cargar, descargar, manejar el cami&oacute;n, la camioneta, llegar. Nosotros, los de la segunda generaci&oacute;n, hemos sido de guantes blancos. Tenemos asistentes, estamos en el hotel, nos llevan, nos traen. Si ellos no hubieran empezado su historia, todo lo que vino despu&eacute;s no existir&iacute;a.&nbsp;
Besos con Lengua fue el nombre con el que Nicanor Parra bautiz&oacute; la banda de Colombina &ndash;su hija&ndash;, Chim&egrave;ne y Juanita. Era el a&ntilde;o &lsquo;93 y la baterista acababa de tener a su hija Keyla. &ldquo;Eso fue un cambio superfuerte. Darte cuenta de que hab&iacute;as decidido hacer algo tan potente como ser mam&aacute;. Que ten&iacute;as que dedicarle tiempo, querer hacerlo bien y al mismo tiempo seguir tocando, me gener&oacute; una especie de depresi&oacute;n postparto. Un d&iacute;a llegu&eacute; a hablar con Chim&egrave;ne, le cont&eacute; lo que me pasaba y me dijo &lsquo;ah, entonces hay que hacer Besos con Lengua. Vamos a ensayar. Vamos a tocar las tres. Fue como la necesidad de descomprimir un mont&oacute;n de cosas nuestras. Nos metimos en la sala de ensayo y ah&iacute; improvisamos&rdquo;.&nbsp;
L&rsquo;O: &iquest;C&oacute;mo es un d&iacute;a perfecto para ti?&nbsp;
JP: No hay uno, sino que varios d&iacute;as perfectos para m&iacute;, porque est&aacute;n los d&iacute;as en que puedo tocar, que son muy exigentes, pero tienen ese momento fant&aacute;stico de la comuni&oacute;n. Pero tambi&eacute;n un d&iacute;a perfecto es un d&iacute;a en que he podido estar tranquila, he tenido tiempo para compartir con mi familia, que he estado en casa para acompa&ntilde;ar a mi hija, que pude reciclar, ir a pilates y cuidar mi cuerpo para tener fuerzas. Un d&iacute;a perfecto tambi&eacute;n puede ser un d&iacute;a en el cual pude juntarme con unas personas en un conversatorio y saber que pude entregar parte de mi historia e inspirar a otros.&nbsp;
L&rsquo;O: &iquest;Sientes que el tiempo ha afectado tambi&eacute;n tu propia manera de hacer arte?&nbsp;
JP: Es que el tiempo lo es todo. El tiempo te permite aprender y construir. De haber sido una pionera en algo que gener&oacute; que ahora somos muchas bateristas, percusionistas mujeres a trav&eacute;s del pa&iacute;s. Que muchas de ellas son profesoras. Adem&aacute;s, est&aacute;n ense&ntilde;ando. Me siento muy orgullosa de todo lo que han hecho. Es muy bonito ver que lo que yo hice, concentrada en un proyecto muy familiar, gener&oacute; algo paralelo que no fue el motivo ni el prop&oacute;sito. Pas&oacute; mucho tiempo hasta que me di cuenta de que estaba inspirando a otras a hacer lo que yo ven&iacute;a haciendo.&nbsp;
L&rsquo;O: &iquest;Cu&aacute;ndo fue eso?&nbsp;
JP: Creo que en el 2023.
L&rsquo;O: &iexcl;Reci&eacute;n!&nbsp;
JP: Te lo juro, en serio. Tomar esa conciencia de lo que hab&iacute;a generado, verlas aparecer, voltear a mirar y darme cuenta de que no estaba sola, que ven&iacute;an un mont&oacute;n de tamborileras detr&aacute;s. Yo no hab&iacute;a sido consciente de eso y me impresion&oacute;.&nbsp;
L&rsquo;O: &iquest;Qu&eacute; es lo que cambia dentro de Los Jaivas? Me imagino que para llevar activos m&aacute;s de sesenta a&ntilde;os tiene que haber unas bases s&oacute;lidas, pero tambi&eacute;n mucho cambio interno.
JP: Por supuesto. Cambio y flexibilidad. Los cambios son los propios cambios de la vida. Dentro de nosotros, dentro de nuestros cuerpos, lo que nos permiten hacer y ya no hacer. A lo mejor tocar un poco menos o necesitar m&aacute;s descanso entre una tocata y otra. Pero mira, el a&ntilde;o pasado, en noviembre, navegamos treinta horas en unas fragatas militares para ir a tocar. Entonces s&iacute;, aunque haya pasado el tiempo somos capaces de ir a una aventura.

Fotograf&iacute;as: Fabian Agust&iacute;n. Estilismo: Romina Morales.&nbsp;Maquillaje y peinado: Alexandra Cancino. Asistente de estilismo: Estefan&iacute;a Garc&iacute;a. Asistente de fotograf&iacute;a: Andrea Montes. Asistente de producci&oacute;n: Javiera Cerda. Backstage: Javiera Cerda. Agradecimientos: Sudamerican Voices, Cecilia Pereira, Natural Spa.

El pulso de Juanita

Entradas recomendadas

Arte y cultura